Fin de etapa
La dimisión de Luis Pizarro ahonda la crisis en el socialismo gaditano y en sus relaciones con el PSOEde Andalucía
Cádiz Actualizado: GuardarLa dimisión de Luis Pizarro como consejero de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía coloca al PSOEgaditano en la crisis más grave de una historia cargada de luchas entre familias. No se trata de la marcha de un miembro cualquiera del Gobierno de Griñán, sino del hombre fuerte del partido en Andalucía y en la provincia de Cádiz, con una trayectoria que viene desde la lucha contra el franquismo y que le ha llevado a ser el referente del partido y el hombre clave de los últimos años, sobre todo a raíz de la muerte de Alfonso Perales. Pizarro fue el muñidor de la operación de salida de Manuel Chaves como presidente de la Junta de Andalucía y quien luchó por que el sucesor fuera José Antonio Griñán. Aunque en principio el nuevo presidente se apoyó en su «benefactor», las relaciones se torcieron hasta llegar a la reciente operación para desbancar a la alcaldesa de Jerez, que terminó por colmar el vaso de los desencuentros. La decisión del presidente de cesar a su delegado en Cádiz, Gabriel Almagro, debe interpretarse en esa clave de desconfianza Griñán-Pizarro, pues la gestión de Almagro ha sido notoriamente eficiente e incorporó a su cargo la responsabilidad del Consorcio del Bicentenario, con resultados destacables. Pero también es difícil de entender el portazo de un militante tan veterano, comprometido y responsable como el ya ex-consejero, en estos momentos tan delicados.
La crisis se produce a mes y medio de unas elecciones municipales a las que llega el PSOEcon el peor pronóstico de su historia y dos días después de la decisión de Rodríguez Zapatero de no volver a optar a la presidencia del Gobierno y convocar primarias para elegir candidato. El Partido Socialista registra síntomas preocupantes de descomposición interna y no está en el mejor momento para abrir heridas. Es preciso que los pasos futuros se den con madurez y racionalidad y se respeten los estatutos.
Debe por tanto hacer un esfuerzo serio de contención para atajar lo que ya muchos llaman «guerra abierta» en su seno. No sólo desangraría al partido, sino que distraerá a sus responsables de trabajar en la resolución de los muchos problemas que los ciudadanos, y en este caso concreto los de la provincia de Cádiz, tienen planteados. Porque la política trata de servir a la sociedad, al bien común, y esos intereses deben primar sobre los particulares, de grupo o de familia.
El candidato Obama
De un modo informal e inesperado, el presidente de EE UU, Barack Obama, ha hecho saber que aspirará a seguir en la Casa Blanca otros cuatro años. Súbitamente, un vídeo distribuido en internet, obra de militantes demócratas de base y en el que él no aparece, lo anuncia con un lenguaje desenvuelto, más social que político y desde luego rupturista y novedoso. Pero ahí acaban las sorpresas. Obama es el candidato natural e indiscutible de su partido frente a cualquier potencial adversario republicano. La mejoría del empleo, lenta pero sostenida, el saneamiento bancario y la aprobación de la reforma del sistema sanitario le llevan a un porcentaje medio de aprobación superior al 50%. En enero hubo ya indicios de lo que se preparaba, cuando los pilares de la estrategia de Obama, un senador novicio, David Axelrod, Robert Gibbs y Jim Messina, administradores de su agenda política, social y, sobre todo, de comunicación dejaron sus responsabilidades en la Casa Blanca y empezaron a preparar la reelección sin ataduras. Saben bien lo que hacen y, sin duda, lo tienen mucho más fácil que en 2007.