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Opinion

Zapatero y botinazo, vaya bastinazo

FERNANDO SICRE GILABERT
ABOGADOActualizado:

Al PSOE de ZP de los últimos tiempos, solo le queda de rojo la corbata de Botín. Aún tengo en mi memoria esa corbata y esos tirantes rojos, como salidos de Rodiezmo. No sé si tan insigne banquero también usa tanga rojo. Supongo que no. Seguro que calzón blanco. Los banqueros son conservadores, no podían ser de otra forma. El dinero prefiere seguridad antes que rentabilidad. Sin embargo, la crisis financiera que nos ha tocado vivir, ha relativizado esta diatriba. En cualquier caso, Botín, Don Emilio, sigue siendo el mismo, a pesar de pedir aparcar el debate sucesorio del presidente, en aras de la estabilidad política y económica. Las citas mineras asturianas son parte del pasado. El puño en alto, una reliquia de carácter histórico. Ahora, la moda consiste en reunirse con 42 empresarios que facturan el 40% del PIB. ZP ha publicitado de esta forma su peculiar haraquiri. Pero ha ido más allá, su particular e increíble metamorfosis. Y el sábado, cuando escribo estas líneas, anuncia que se marcha. Que lo tenía pensado, que lo hace por el bien de España, del PSOE y de su familia. Es lo que dice, pero ni el mismo se lo cree. Se marcha porque los suyos no le quieren y los que no lo son, simplemente, le odian. Así que váyase, pero bien lejos. Inició un periplo de reformas, en caso contrario nos hubieran echado de la Unión Europea. A fecha de hoy, todas incompletas y, por tanto, de dudosa eficacia.

La transformación operada en la persona de Rodríguez Zapatero, parecida a la que se lleva a cabo en el proceso capullo-huevo-gusano y mariposa, bajo un lecho de hojas de moreras, para que no le falte ni perejil, lejos de calificarse de auténtica metamorfosis, yo la encumbro en el policoncepto de la permanente contradicción, los titubeos y la contumaz mentira, bases de su más que errática política.

Sin ir más lejos, anunció la canciller germana su arribada a España, acongojada con la política del Gobierno, por sus repercusiones en Europa en general y en Alemania en particular y lo único que decide es postergar la reforma de la negociación colectiva, ya que los señoritos de la patronal y sindicatos exigen después de tres años más tiempo para ello. Creo, que los llamados interlocutores sociales, paradigma de la subvención y la ineficacia, entraron en estado de nirvana con el acuerdo social y económico y aún siguen levitando. Están en el limbo y las bases de los convenios colectivos también. Mientras tanto, cerca de cinco de millones de desempleados se abrasan en el infierno.

Salir de la hoguera, exige una reforma en profundidad de la negociación colectiva, no una mera declaración de intenciones y vuelta a marear la perdiz, que es lo que ha pasado con las 38 páginas integrantes del susodicho acuerdo. Éste consiste en declaraciones de buenas intenciones y recomendaciones sobre política industrial, energética y de precios, estrategias globales sobre el empleo y el sector exterior, análisis e impulso.Y bla, bla, bla. A sabiendas que todo quedará en aguas de borrajas. De igual forma, que con el anuncio realizado hace ahora siete años, por el recién nombrado presidente, su prioridad era reunirse con la patronal y sindicatos para crear empleo y llevar a España al pleno empleo.

Está claro entonces, que en esta etapa de la historia, el diálogo social como solución para el arreglo del gran problema que padecemos sobre el empleo, simplemente deviene en ineficaz. Tantas reuniones tripartitas, tantas fotos y tanto dinero en subvenciones, tantas cosas mal hechas, tantas. Que lo único perceptible, palpable y constatable es haber generado más de tres millones de parados en ese lapso de tiempo.

Una vez más reitero que la confianza es la base en la que se asienta la economía de mercado. Sin ella o con ella a medias, las cosas no funcionan. En esto tiene mucho que ver la triple consideración que muchos tenemos del señor Presidente.

1º. Contradicción. Decirle a cada uno lo que quiere escuchar, aunque a cada uno se le diga lo contrario de lo que se le dice al otro. Formalizó con los funcionarios un amplio acuerdo de carácter general y a la semana anuncia la reducción y posterior congelación de la masa salarial.

2º. Titubeos y falta de firmeza en la adopción de una política económica coherente. Uno de los innumerables ejemplos a colación con esto, la política seguidas con las renovables. El cambio de las reglas que conforman el sector en mitad del partido, no sólo genera malestar entre los que ya han arriesgado su dinero guiado por el maná que caía del cielo en forma de subvenciones, espantando a potenciales inversores que no se fían de la manifiesta inseguridad jurídica que han generado los vaivenes regulatorios sectoriales.

3º. Mentiroso contumaz. A pesar del eslógan electoral a raíz del 11-M, «España y los españoles no se merecen un gobierno que les mienta». Solo dos ejemplos. El proceso de negociación con ETA desde antes de acceder al Gobierno, sin saberlo el propio Ejecutivo democráticamente elegido entonces, hasta nuestros días. A raíz del episodio de la T-4, el Gobierno manifestó primero que el proceso había sido suspendido, para manifestar más tarde que había sido definitivamente roto. Una vez más, y van ya muchas, el señor Mayor Oreja ha tenido toda la razón. En segundo lugar, el 'caso Faisán'. Mucho pájaro de marisma revoloteando. Espero saber algún día qué pajarraco era el jefe de la bandada.

Estas y no otras, son las cartas de presentación que exhibe el presidente del Gobierno ante los españoles y ante los mercados. Los primeros nos pronunciaremos en las urnas. Los segundos nos ponen en nuestro sitio, bien a través de las agencias de 'rating', bien espantando a los inversores extranjeros.

Botín tenía razón cuando dice, que las medidas tomadas, aunque insuficientes, van en la buena dirección. Con las cosas que vio y escuchó al comienzo de la primera legislatura y las que ahora hace el insigne huésped de La Moncloa, el financiero cántabro deberá reprimirse para no tener que usar el vocablo «vaya bastinazo», si no lo veo, no lo creo. Que siga, por lo menos hasta las elecciones, que ahora está en racha. Yo, que no soy banquero y visto lo visto, no me reprimo y le digo, vete a tu puñetera casa y no salgas de ella, que ya está bien hombre.