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Voluntarios esparcen productos cáusticos sobre zonas devastadas por el tsunami en Otsuchi, prefectura de Iwate. :: AP
MUNDO

Las fugas de Fukushima durarán varios meses

Fracasa el intento de sellar con hormigón una grieta en un pozo del reactor 2 de la central nipona que vierte agua radiactiva al Pacífico

PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL
TOKIO.Actualizado:

El desastre nuclear de Japón no tiene visos de acabar pronto. Así lo reconoció ayer el Gobierno, que calcula que las fugas radiactivas en la siniestrada central de Fukushima 1 durarán aún bastante tiempo. «Pasarán unos pocos meses hasta que finalmente tengamos las cosas bajo control y nos hagamos una idea sobre el futuro», reconoció el portavoz de la Agencia de Seguridad Nuclear nipona, Hidehiko Nishimaya, quien insistió en que «nos enfrentaremos a un punto de inflexión en los próximos meses, pero no será el fin».

La prioridad consiste en refrigerar los reactores para que no se calienten y estallen o sigan liberando a la atmósfera partículas tóxicas. Pero los trabajos de los operarios, que se juegan la vida exponiéndose a peligrosas radiaciones, se ven constantemente frenados por los nuevos contratiempos que aparecen cada día. El último ha sido el descubrimiento de una grieta de veinte centímetros en un pozo de agua contaminada del reactor número 2, que está vertiendo radiactividad al océano Pacífico. Primero se ha intentado sellar la fisura con hormigón pero, como el remedio no ha funcionado, los ingenieros han depositado sus esperanzas en la inyección de un polímero altamente absorbente en las tuberías de la fosa. El agua que allí se acumula alcanza unos niveles de radiactividad de mil milisieverts por hora, diez veces más del límite anual a partir del cual aumentan las posibilidades de desarrollar un cáncer.

«Esta va a ser una lucha muy larga», advirtió en la cadena Fuji TV el diputado Goshi Hosono, que asesora al primer ministro nipón, Naoto Kan. Para Hosono, «el mayor reto son las más de 10.000 barras de combustible usado que se almacenan en las piscinas de los reactores», que miden cuatro metros y medio, son altamente radiactivas y «llevará mucho tiempo reprocesarlas». El propio jefe de Gobierno reiteró que «si aplicamos métodos considerados como normales, creo que podríamos enfrentarnos a algo (un período de tiempo de varios meses) así».

Productos contaminados

De hecho, la leche y una docena de verduras de Fukushima y otras prefecturas vecinas han sido prohibidas al descubrirse que contenían restos de cesio y yodo. La amenaza pende sobre los agricultores y ganaderos del noreste de Japón, algunos de los cuales se han desplazado hasta Tokio para demostrar con contadores Geiger que sus productos están limpios y son sanos.

No ha sido la única manifestación del fin de semana en la capital, ya que un centenar de personas se congregaron ante la sede de la empresa que gestiona la central, Tokyo Electric Corporation (Tepco), para protestar contra la energía nuclear.

De cualquier forma, la principal preocupación tanto de las autoridades niponas como de la compañía que explota la central de Fukushima son los trabajadores de la planta -considerados como verdaderos héroes por la sociedad japonesa- a causa de las graves secuelas que pueden padecer debido a las exposiciones a la radiactividad.

En este sentido, Tepco anunció el hallazgo de dos cadáveres en la planta. Se trata de dos trabajadores, de 24 y 21 años, que murieron cuando estaban comprobando los daños del terremoto y el tsunami golpeó a la central. Aunque intentaron refugiarse en un sótano donde había una sala de turbinas, la ola gigante les alcanzó. Lo peor de todo es que los cuerpos están contaminados por la radiactividad y habrá que limpiarlos primero antes de sepultarlos.

Mientras tanto ayer el Ejército puso fin a la búsqueda oficial de las más de 15.000 personas que siguen desaparecidas tras el tsunami.