La Vespa fue todoun icono en el paisaje urbano de la Europa que se asomaba a la sociedad de consumo en las décadas delos cincuenta y los sesenta.:: ROGER VIOLLET
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La guerra de las Vespa

Piaggio, la firma que inventó el scooter, resucita sus modelos más clásicos ante la amenaza de las réplicas fabricadas por un antiguo socio empresarial de origen indio

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La multinacional italiana Piaggio decidió hace cuatro años otorgar la jubilación a los modelos más clásicos de Vespa, aquellos que emparentaban directamente con las motos que revolucionaron el mundo de las dos ruedas a mediados del pasado siglo. Piaggio argumentó que la serie PX, siglas con las que se identificaba, estaba ya caduca debido fundamentalmente a la creciente severidad de las legislaciones medioambientales. Como las Vespa originales, las PX equipaban motores de dos tiempos más ligeros, pero también bastante más contaminantes que los propulsores de cuatro tiempos que se han impuesto luego en el mundo de la automoción. Lucían además peculiaridades como el chasis monocasco (de una sola pieza) o la carrocería de chapa, todo un anacronismo en la era del monocultivo del plástico.

Las PX se cayeron del catálogo y Vespa pasó a ser a partir de entonces sinónimo de un scooter de última generación dotado de la más avanzada tecnología, un producto capaz de tratar de tú a tú a las máquinas asiáticas que inexorablemente encabezan las listas de ventas. Pero algo ocurrió en ese tránsito que ha obligado ahora a Piaggio a dar marcha atrás. La compañía italiana ha anunciado que volverá a poner en el mercado los modelos de la serie PX sin apenas modificaciones. El anuncio ha dejado atónitos a muchos concesionarios, que se preguntan qué ha pasado en estos cuatro años para dar la vuelta a una decisión que parecía irrevocable.

Las razones tienen mucho que ver con el impulso comercial que ha adquirido LML, una empresa india que fabricó durante años la Vespa tradicional en su país bajo licencia de Piaggio. Cuando la multinacional italiana rompió su alianza, los indios mantuvieron la actividad de su factoría, primero para abastecer la demanda interna y luego para satisfacer los pedidos que empezaban a llegar de Europa. La desaparición de la serie PX del catálogo de Piaggio dejó a LML como única depositaria de la memoria sentimental de la Vespa. Los indios, que seguían fabricando el mismo modelo que los italianos habían descatalogado, vieron cómo se les abrían las puertas del mercado europeo. Hace un par de años dieron el salto y se instalaron en el país de sus antiguos socios. Allí fundaron LML Italia.

Piaggio apenas prestó al principio atención a la evolución de sus anteriores aliados. Enfrascado en sus planes para minimizar las afecciones de la severa crisis en sus plantas europeas, el gigante transalpino probablemente ni se planteó que los indios podían llegar a representar una amenaza. Tuvieron que ser las listas de ventas las que alertaron a sus dirigentes de que LML se había convertido en un serio rival. Los ahora indo-italianos se habían hecho poco a poco con una parte sustancial de la tarta de los scooter con una hábil estrategia que combinaba sentimiento y razón: eran los únicos que se mantenían fieles a la estética ‘vespista’ más ortodoxa, habían mejorado el producto introduciendo motores de cuatro tiempos menos contaminantes y encima sus motos tenían precios más competitivos.

Como la pizza

Se podría decir que LML Italia ha conseguido arrebatar a la misma Piaggio una parte del alma de la Vespa. Cualquiera que vea una de estas máquinas hechas en la India aparcada en una calle piensa que está ante uno de los grandes símbolos de Italia, algo tan genuino como la pizza, el Coliseo o la Fiat. Incluso los logotipos de identificación del escudo delantero y los laterales tienen una grafía retro que remite a la de los antiguos modelos. Es verdad que en vez de Vespa pone Sport, pero hay que fijarse mucho para darse cuenta del detalle. Además, hay quien sustituye esos logos por los originales de Vespa, lo que hace ya del todo imposible identificar la procedencia del scooter.

Ahora Piaggio contraataca resucitando su serie PX. Según anunció en el pasado salón de Milán, las dos versiones del modelo, de 125 y 150 centímetros cúbicos, apenas presentarán variaciones estéticas con respecto a las de hace cuatro años, todo lo más un asiento de formas más redondeadas destinado a proporcionar más comodidad al pasajero. El propulsor, eso sí, deberá ser retocado para que supere la homologación Euro III. Un nuevo escape con catalizador parece que, de momento, permitirá pasar el corte al veterano motor, aunque en un futuro deberá someterse a modificaciones más profundas ante las leyes anticontaminación. El problema es que la configuración original del dos tiempos, con refrigeración por aire forzado y alimentación por válvula rotativa directa al cárter, deja poco margen de maniobra para adaptarse a una legislación cada vez más restrictiva.

Las PX, que llegarán esta primavera a los concesionarios, mantendrán su característico cambio manual de cuatro marchas en el puño izquierdo. Tampoco desaparecerá la palanca para arrancar el motor de una patada pese a que las Vespa equipan desde hace años arranque eléctrico. Son pequeños detalles que otorgan a las PX una personalidad propia en un mercado donde la competencia es cada vez más apretada.

En realidad, el principal nicho al que puede aspirar la marca italiana es el de los clientes nostálgicos que buscan un vehículo que sea algo más que un medio de transporte. La proliferación de asociaciones y clubes de aficionados a las Vespa surgidos en los últimos años dan fe de la pujanza de ese colectivo. A la marca italiana por lo menos le queda eso, el valor de lo simbólico, aunque como ande un poco lenta de reflejos van a ser los indios los que se terminen llevando la avispa (eso es lo que significa la palabra italiana vespa) al agua.