PROYECTA... QUE ALGO QUEDA
Actualizado: GuardarEn plena cuaresma de inauguraciones oficiales en espera de la campaña de las municipales, estamos en el reino de la incertidumbre: cuando no es el Euríbor, son los tipos de interés; cuando no las agencias de rating y media Europa con aquella deuda externa que tanto nos apenaba en el tercer mundo cuando soñábamos con 0,7 por ciento a la solidaridad. Sin salir de la provincia, Cádiz parece más encrucijada que nunca y no sólo por las serias dudas de que alguna vez abandonemos nuestra extraña afición al paro endémico. A nuestros grandes proyectos parece haberlos mirado un bizco, salvadas sean las excepciones como el segundo puente o la llegada del AVE. ¿Alguien se atrevería con la crisis que está cayendo a hablar del tan traído y llevado puente sobre el Estrecho, con un siglo de tardanza respecto a su horario previsto?
El Tribunal Superior de Justicia ha suspendido las obras del tranvía en San Fernando, ¿es que en cinco meses desde la sentencia anterior, la Junta no tuvo tiempo de alcanzar un acuerdo con los vecinos afectados cuando estos estaban dispuestos a ello con tal de evitar la vieja maldición gitana de «tengas pleitos y los ganes»? Si ni tan siquiera somos capaces de sacar adelante este asunto, ¿cómo vamos a soñar con un enlace rápido entre Madrid y Algeciras para desahogar el tráfico portuario? Los responsables de dichas instalaciones llevan desde 1980 apostando por la necesidad de crear un enlace ferroviario rápido para que el hinterland del primer puerto de Andalucía sea Madrid y enlazar desde allí con media Europa. En vez de construirlo, dicha ciudad mantiene una anacrónica vía por ferrocarril a través de la Serranía de Ronda, hermosísima y escarpada, por lo que le impide otra velocidad que no sea la de las entrañables locomotoras del Far West. Al menos, los representantes políticos de esa comarca han hecho piña y se han plantado en Bruselas junto a los responsables empresariales y de la Autoridad Portuaria para pedir que apremien un presupuesto razonable para ejecutar dicha obra antes de que Tánger Med devore sus teus.
Verán que en 1980, una consultora estadounidense, Bechtel, Civil & Minerals, cuya razón social había sugerido George Moore, que fuera presidente del Citybank y que se había jubilado en Sotogrande, realizó un estudio en el que insistía que la bahía de Algeciras contaba con sobradas potencialidades, pero era necesario conectarla con el corazón de Europa antes de que otros puertos -desde Rotterdam a Gioia Tauro le pusieran la zancadilla definitiva a sus sueños-. No se hizo, a pesar de que en 1990 Renfe ya contaba con un proyecto de enlace Algeciras-San Fernando que podría haberse ejecutado en 18 meses a partir de la expropiación de terrenos correspondiente. Ahora se promete un corredor ferroviario por el Mediterráneo, que llegará hasta Algeciras en 2020 y que rechazan, por motivos diferentes, tanto los ecologistas como los empresarios y técnicos vinculados al recinto portuario. ¿Cómo podrán aguantar el tirón frente al puerto de Tánger, cuando incluso hasta el de Cádiz parece dispuesto a jugar a los contenedores y pegarle un mordisco aunque sea pequeño a dicho tráfico, lo que dicho sea de paso tampoco va a mejorar multiplicará su cuenta de resultados? Cierto es que Cádiz mejorará su hinterland con respecto a Madrid con la llegada de la Alta Velocidad pero, ¿cuántos bajos de La Cabezuela habría que ampliar para que el calado de la Bahía gaditana permita la llegada de los buques portacontenedores que Los Vikingos -así se les llama a los daneses de la Maersk- acostumbran a mover en sus terminales.
Mejor les iría a Cádiz y Algeciras optimizar sus sinergias que volver a las rivalidades del pasado. Como mejor le iría a los rectores algecireños mejorar su competitividad frente a las tasas portuarias tangerinas en vez de insistir en acometer el desvío del millonario tráfico de pasajeros a través de Tarifa, cuando las autoridades medioambientales han tumbado ya sus ambiciones en este sentido.
El Estado -ya sea a través de sus organismos centrales como autonómicos- se dota de sistemas de protección a la naturaleza y a las primeras de cambio, en cuanto nos estorban, pretendemos saltárnoslos a la torera. Es lo que ocurrió en su día en Las Aletas -el proyecto constructivo aún pendiente de una nueva vuelta de tuerca por ver si es posible desbloquearlo- como el proyecto hotelero previsto en la zona de Mangueta, en Vejer de la Frontera y que la Junta había recalificado como zona de oportunidad turística en 2010. Esta misma semana, durante la reunión de la comisión de redacción del Plan de Ordenación del Territorio de la comarca de La Janda, el gobierno autonómico decidió volver a proteger dicho tramo, quizá para evitar los quebraderos de cabeza de El Palmar, otra zona de especial belleza del litoral sobre la que el Ayuntamiento vejeriego ha lanzado otro proyecto hotelero que no solo sigue cuestionando una plataforma creada a tal efecto sino mucha gente sensata que entiende que este tipo de iniciativas pueden terminar matando a la gallina de los huevos de oro del turismo en Cádiz, que no solo buscan novos 'sancti-petris' sino otro tipo de oferta más acordes con el llamado turismo ecológico. En cualquier caso, esta mala noticia ha sido un pintoresco regalo envenado como despedida del alcalde Antonio Jesús Verdú.
Y ello que, a fin de cuentas, estamos hablando de proyectos discutibles pero hasta cierto punto verosímiles. ¿Qué decir de aquel funicular que proyectó en su día, en pleno parque natural, el alcalde de Ubrique, o el aeropuerto de Jimena en pleno parque de Los Alcornocales? Tiempos aquellos en que los sueños e incluso las pesadillas eran gratis. Ya, hasta soñar, cuesta dinero en nuestros raquíticos presupuestos generales.