Por esos campos de Dios

Mientras la Liga de Fútbol Profesional amenazaba al poder político con un domingo sin fútbol, los hombres de Vicente Del Bosque protagonizaban un episodio dantesco en Lituania por obra y gracia de la UEFA. El sueño de una noche plácida me invita a reunir en un mismo barco a los señores de la LFP y a los mandamases del fútbol europeo y enviarlos rumbo a una de esas olas gigantescas que tanto dan que hablar últimamente. Los primeros no hay por dónde cogerlos. Ahora, quieren hincarle el diente al único partido en abierto que nos queda a los mileuristas para que no se nos ponga rostro de ser los más carajotes de una fiesta en la que no dejamos de ser convidados de piedra. Está claro que, con tanto puro y coñac entre pecho y espalda, la sangre comienza a no regar el cerebro de estos personajes con la fluidez necesaria. Del caso de la selección española en tierras lituanas, lo mejor que se puede deducir es que la sinvergonzonería de Ángel Villar no conoce fronteras. Este tipo que fue futbolista antes que vividor (que vergüenza para un club señor como el Athletic) viajó en el mismo avión que los futbolistas que tuvieron que jugar en un patatal en el que habría que haber reservado una parcela para que Michel Platini y su cohorte de pelotas y gandules se montaran una orgía patrocinada por Silvio Berlusconi. Y yo me pregunto, ¿cómo es posible que el fútbol esté en manos de gentuza de este calibre y nadie sea capaz de echarlos a patadas a la calle?