«Me pusieron hasta un bomba, pero no me han doblegado»
Actualizado:Si un creador sabe de primera mano lo que es padecer la presión de grupos ultras contrarios a sus espectáculos, ése es Leo Bassi. Durante años, el artista italoamericano ha atraído para sí, voluntaria o involuntariamente, las iras de este tipo de alborotadores que en algunos casos han pasado de los insultos y amenazas a atentar contra su vida. «Estoy acostumbrado a que me llamen hijo de puta y a que me digan que me van a matar, pero lo que ocurrió en el Alfil en 2006 fue muy serio, demasiado», recordaba ayer el humorista en referencia a su montaje 'La Revelación'.
«Nunca» olvidará lo ocurrido el 1 de marzo en ese teatro de Madrid. Aquel día un desconocido dejó en el pasillo que conducía a su camerino una bomba «con un kilo de explosivo y una mecha». Los Tedax neutralizaron el dispositivo «veinte segundos antes de que explotara». Bassi siguió días después con las funciones, pero durante tres meses se vio obligado a llevar guardaespaldas y «variar cada día los itinerarios hasta su casa». «Pero no han logrado lo que querían. No me han doblegado y aquí sigo, diciendo todo lo que me da la gana y llenando los teatros», explica en conversación telefónica desde Mallorca.
Las amenazas han continuado desde entonces y aunque el artista dice estar ya «acostumbrado», en sus palabras se trasluce cierto cansancio, sobre todo ahora que está imputado por un juez de Valladolid por participar en una «conferencia sobre religión». «Dicen que todo esto me da publicidad, pero no te vale de nada cuando te matan», reflexiona. «Lo que hace falta es que los partidos políticos, sobre todo el PP, tendrían que hacer un manifiesto en favor de la libertad de expresión».