Disonancias frente a Libia
Urge reforzar la dirección política de la operación y que haya un solo portavoz
Actualizado:Lo que pareció una descoordinación inicial y fácilmente superable entre los factores políticos y militares involucrados en la campaña en Libia parece complicarse y crea tiranteces peligrosas. Comienzan a surgir inquietantes disonancias que restan al esfuerzo internacional parte de su eficacia y, lo que es más preocupante, podría hacer la intervención militar más difícil y larga. Y, aún peor, si el esbozo de polémica y contradicción crece, podría despojarla parcialmente del fuerte apoyo social y de opinión que suscitó en su día y posibilitó su explícita aprobación por una resolución ad hoc del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Todo esto se deriva del estancamiento de las operaciones militares sobre el terreno. La rebelión, ciertamente civil e integrada por milicianos sin experiencia ni equipo bélico adecuado, está siendo contenida y batida a fondo por las fuerzas armadas y mercenarios del régimen del coronel Gadafi. Los bombardeos de la fuerza aérea de la coalición impidieron la caída de Bengasi y fueron un éxito, pero la zona de exclusión aérea y el embargo marítimo, perfectamente logrados ambos, no son suficientes. Y alguien, imprudentemente, ha considerado la posibilidad de armar a los insurgentes. La reacción abrupta y rápida del secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha sido negativa. «La Alianza Atlántica pretende proteger a los civiles, no armarlos», dijo antes de precisar que los barcos de la organización confiscarán todo equipo militar dirigido a territorio libio, es decir, también el que pudiera proceder de Estados miembros de la OTAN. Si se añade que la participación de cada país se ha hecho 'a la carta' y que el fervor intervencionista de la Liga Árabe parece haberse esfumado, se comprende la urgencia de reforzar de modo unívoco la dirección política de la operación y hacerla hablar por la voz de un solo y autorizado portavoz. Y, desde luego, evitar cuidadosamente que una polémica sobre lo que permite o prohibe el texto de la resolución 1973 lleve la discordia al Consejo de Seguridad con los gobiernos de Moscú y Pekín en franca y peligrosa disidencia.