Coffee & Garamond
Actualizado:En el erial indiferenciado sobre el que se sustenta el negocio de la venta de libros en la provincia de Cádiz, sólo honrosas excepciones como el café-librería 'La Clandestina' (José del Toro, 23) consiguen arrojar un poco de luz sobre el futuro de la cultura libresca en las nuevas generaciones. Basta constatar el modo en que las humanidades, la creación y la estética han sido históricamente arrinconadas en nuestra ciudad (que carece casi por completo de espacios de representación y difusión adecuados para que esa influencia libresca o literaria se proyecte de modo sostenido sobre los ciudadanos) en favor del deporte y el folclore locales, para contemplar con admiración esta iniciativa, que echó a rodar a finales del año pasado gracias al entusiasmo de las hermanas Martín-Arroyo, al cargo del negocio. No es un proyecto pionero en España (locales como 'El bandido doblemente armado' en Madrid, propiedad de la novelista Soledad Puértolas; el 'Café de Laie' en Barcelona, de aire más comercial; o la terna librera -'Slaughterhouse', 'Cosecha roja' y 'Ubik'- que se da cita en el barrio valenciano de Ruzafa son sólo algunos ejemplos, por no hablar de los múltiples modelos existentes en las grandes ciudades europeas, como 'La Belle Hortense' parisina), y ni siquiera en Andalucía (la malagueña librería 'Erwaya', que se viera forzada a echar el cierre a finales de 2008 a raíz de la crisis, fue uno de los primeros referentes a nivel autonómico), pero sí radicalmente nuevo, gozoso y necesario en Cádiz. La idea de asociar literatura y gastronomía abona por lo demás un terreno de excelencia cultural ligado a la edición independiente, las series de televisión americanas al estilo de Lost o de The Wire y el gusto por la -muy- buena música: se trata, así, de un sitio a la vez clásico y moderno, que mezcla sin empacho veladores de mármol y anaqueles de pino veteado y esconde la estructura de una máquina Singer (como la de mi abuela) bajo el tablero de novedades. En su interior, una luna de vidrio panorámica con vistas transversales hacia la calle Cardenal Zapata revela un espacio diáfano y recoleto, con planta en forma de L, donde los clientes conversan encaramados sobre taburetes a una barra alta de madera clara, jalonada de frutas y tarros de mermelada. Al fondo, una oferta libresca de lo más escogida da color a un nutrido programa de conciertos, tertulias varias y presentaciones. Un café «literario» en toda regla, en fin. Perfecto para grandes minorías.