suplemento V

‘Columbus’, el perro de Camila

El príncipe Carlos y su esposa almorzaron con don Juan Carlos y doña Sofía. La duquesa de Cornualles amadrinó un cachorro de la ONCE. Y no le puso ‘Carlos’

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Columbus’ es negro, casi zaino y lleva una semana en este mundo. No mide más de quince centímetros. Dentro de un año pesará unos treinta kilos y dentro de dos guiará los pasos de un ciego por la jungla de una calle. Por ahora solo acaba de abrir los ojos y es un cachorro pequeño con un nombre grande, de descubridor de América. Se lo puso su madrina, nada menos que la duquesa de Cornualles que, junto a la princesa de Asturias dio rienda suelta a su amor canino en la Fundación Once de Perros Guía, ayer en Madrid, mientras sus maridos los príncipes visitaban las instalaciones de Repsol en Móstoles.

A la esposa del heredero al trono británico le ofrecieron varios posibles nombres para el cachorro, entre ellos ‘Camila’ o ‘Carlos’. No le gustó la idea. Ella es una mujer de ideas fijas. El perrito se llamará... «‘Columbus’», dijo, por Cristóbal Colón. No pudo acariciarlo. No estaba vacunado el animalito, que es hijo de ‘Brown’ y ‘Flash’, una flatcoat y un labrador negro, dos de los 60 ejemplares reproductores de la Fundación Once, que cada año pone en circulación a más de 100 perros para ciegos. Lo vieron a través de un cristal, para luego desquitarse en caricias con ‘Badú’, un cachorro de labrador con el que se deshicieron en carantoñas. «‘Badú’ is beautiful», dijo encantada Camila Windsor, que había expresado su deseo de conocer la escuela de perros. Además de los caballos adora los canes y por los aposentos de su palacio circulan ‘Tosca’ y‘Rosie’, dos pequeños jackrussel que son los niños de sus ojos.

Doña Letizia era, de primeras, la menos canina de las dos. Según explican en su libro ‘Los príncipes. Preparados para reinar’ Carmen Enríquez y Emilio Oliva, la princesa de Asturias no es muy dada a los amores caninos e incluso se atrevió a echar al perro del príncipe Felipe de la habitación de la pareja. «Se le ha visto muy suelta con el cachorro», comentaron ayer los responsables de la Fundación Once. Mientras tanto, dos perros realizaron una demostración de la guía con la que ayudan a los invidentes: se paran ante los escalones, evitan los obstáculos y detectan si la altura de un techo es adecuada para que pase su amo por debajo. Como pudieron aprender la princesa y la duquesa, uno de estos animales, cuyo entrenamiento y cría cuesta alrededor de 35.000 euros, ayuda al invidente a recorrer en 20 minutos una distancia que solo con bastón tardarían en cubrir una hora. Incluso se realizan estudios psicológicos para que casen las personalidades de perro y humano: enérgico con enérgico, pausado con tranquilo... La mitad de los cachorros que se entrenan no valen para su difícil trabajo. Persona y perro tienen que ser uno solo.

Doña Letizia y la duquesa casan bien a juzgar por su actitud cariñosa desde que ella y el príncipe de Gales llegaran el miércoles a España. Pero en las formas, son bien distintas: la española más rígida y más seria, y la esposa de Carlos de Inglaterra, más distendida, sonriente y natural.

En la cuestión indumentaria, ayer se repitió una versión soleada del ‘duelo’ de vestidos que sus altezas protagonizaron en la cena de gala en el PalacioReal. La inglesa, de azul sobrio, Letizia de rojo eléctrico. Volvía a representarse el salto generacional existente entre una mujer de 64 y otra de 38. La primera, con un traje de chaqueta y falda beige claro, la segunda con un vestido (de nuevo de Varela) rojo de corte lápiz que ya lució en la inauguración de Arco.

La princesa de Asturias se mostró en todo momento atenta a Camila Windsor, que confesó estar pasándolo «estupendamente» en España, sobre todo en el paseo y el consecuente baño de masas que ella y su esposo se dieron el miércoles por la Plaza Mayor madrileña y el Mercado de SanMiguel, pese a que no probaron el jamón ibérico que les ofrecieron desde los puestos.

La princesa salva la foto

Doña Letizia ofreció otra prueba de que no se olvida de la prensa. Tanto, que ayer salvó la foto en las puertas de la Zarzuela. Allí estaban citados los fotógrafos, pues se iba a celebrar un almuerzo entre los reyes, sus invitados británicos y los príncipes de Asturias. Después de una larga espera, se abrieron las puertas de palacio y salieron los seis miembros de ambas familias reales. Y volvieron a entrar tan rápido que los redactores gráficos no tuvieron tiempo de hacer la foto. Afortunadamente, Doña Letizia se percató de la situación y, echando un cable a su propio gremio, avisó de lo ocurrido a don Juan Carlos, que repitió entre bromas el apretón de manos. Aún les quedan muchas fotos. Anoche cenaron en el Ritz, en un acto de Porcelanosa (el príncipe Carlos ya organizó el pasado septiembre en su residencia de Clarence House una cena en honor de la firma española por su apoyo a organizaciones benéficas en Inglaterra) y hoy atenderán un par de citas en Madrid antes de, a media mañana, volar hacia Sevilla, segunda etapa de su viaje oficial.