El runrún del dinero
Aunque la afluencia de moteros ha bajado, todavía hay quien espera que la cita le salve las cuentas
Jerez Actualizado:El runrún de las motos, en 2010, dejó eco: «Esto ya no es lo que era». Durante años, los partidarios y los detractores de la cita jerezana iban sumando, a conveniencia, argumentos a favor y en contra. En un platillo de la balanza, carreteras impracticables, tapones en las rotondas, 'competiciones' paralelas, neumáticos quemados, humo, ruido, suciedad y peligro. En el otro: promoción de la zona, incluso a nivel internacional, la alegría de los aficionados... Y el dinero. Como en el resto de las parcelas de la vida, también en ésta los euros ejercían de contrapeso definitivo. Cualquier debate de barra se cerraba soltando el taco de billetes sobre la mesa: «Hombre, a los hosteleros les viene bien». Y punto. Porque era cierto. Muchos compensaban en un buen fin de semana un mal mes, e incluso un mal trimestre. A ver quién era 'el listo' que les quitaba el 'extra' sin echarse la soga al cuello.
La cosa, ahora, es bien distinta. En los tiempos de las vacas gordas, los moteros comenzaban a llenar los hoteles y a copar las terrazas a mediados de semana. Muchos aprovechaban para hacer turismo y conocer la zona. El radio de la 'onda expansiva' del dinero era más amplio y su efecto más hondo. Venían más, estaban más tiempo, luego gastaban más...
Ahora, como dice Sebastián Blanco -taxista jerezano que antes remataba la caja en los días previos y sobre todo con viajes al circuito-, entre las vallas que limitan el acceso de las motos al centro de las ciudades, el pesimismo económico general, y que se acabó el tirón de 'la jaula' (un espacio acotado para los 'piques', los acelerones y las acrobacias), «la recaudación ha ido yendo cada vez a menos, aunque todavía supone un complemento curioso para algunos». El sector del taxi, teniendo en cuenta que la afluencia de visitantes se centra en el viernes y el sábado, cuando las carreteras están complicadas hasta la desesperación, ha sido uno de los más afectados por el 'recorte' del tiempo de estancia de los moteros. «Lo normal es que los que venían desde lejos pidieran unos días de vacaciones, llegaran con tranquilidad, y ahí sí hacíamos algunos viajes». En 2009 y en 2010, «la facturación subió algo con respecto a un fin de semana normal, pero no tanto como cabía esperar». Aun así, «gracias a que, a pesar de todo, hay más movimiento y a que hay gente que opta por el taxi para no conducir hasta el circuito, podemos hacer entre un 20% y un 30% más que la media en viernes, sábado y domingo, contando con que se trabaje un turno de 12 horas por día, claro, y que la carrera al circuito tiene un pequeño suplemento». O sea: unos 300 euros.
Cuando un motero entra en Talleres Cárdenas (en la avenida de Arcos de Jerez, casi en el camino del circuito) con un problema que parece grave (destrozos por intento de robo, fallos de motor), y José Carlos, uno de los dueños y a la vez profesionales del taller se lo soluciona, el chaval se convierte, durante un ratito, «en la persona que más quieren del mundo». «Hombre, si dan por hecho que van a tener que volver a casa en tren, o que la cosa les va a salir por un pico, y aquí se la solucionamos, el alivio es considerable», dice José Carlos. Durante estos días realizan, fundamentalmente, dos tipos de tareas: «La puesta a punto de las motos de aficionados de la zona, que empiezan a traérnosla con bastante antelación; y los 'primeros auxilios' a motos que se estropean durante el fin de semana, a las que se les ha ido el embrague, los discos de frenos, o simplemente necesitan que les cambien los neumáticos». Así que para los trabajadores de Talleres Cárdenas, la 'motorada' empieza antes y acaba después. «Vamos, una paliza de trabajar, pero se hace con ganas porque nos gustan las motos de verdad». Todo para conseguir una recaudación que puede rondar los 7.000 euros.
Cruce de caminos
Lejos de Jerez, en Algodonales, la Venta El Cortijo, regentada por José Antonio y Fabiola Moreno, es uno de los puntos de parada obligatoria para todos los moteros de la costa mediterránea que eligen la carretera de Málaga para llegar a la cita. Tiene en frente una gasolinera y, «si hace sol, llegan con hambre, pero sobre todo con sed, así que llenamos los salones y la terraza». El Cortijo tiene a su favor una buena ubicación, un comedor inmenso y «platos y guisos de la tierra», dice Fabiola, «a los que cuesta resistirse». También allí han notado que el flujo de motos no es el mismo. «Otros años metíamos personal de refuerzo, pero ahora nos bastamos nosotros solos, aunque esté hasta los topes». José Antonio Moreno calcula que la facturación subirá entre un 25% y un 30%. En total, «si hay suerte, unos 12.000 euros en los tres días, porque el domingo la venta les pilla en su carril y tampoco damos abasto».
Alan Lacey regenta el hostal portuense 'La Casa Número 6'. Es pequeñita, tiene seis habitaciones, pero lleva doce motoradas seguidas colocando el cartel de 'Completo'. Lacey explica que, desde hace años, cuenta con la misma clientela 'fija'. «Es un grupito que llega desde Madrid, aunque también los hay de Inglaterra y Portugal. Es gente que no da problemas, y que aquí para poco, sólo para descansar lo justo». Con las cuatro habitaciones dobles y las dos cuádruples, Lacey hace unos 1.200 euros en lo que dura la cita. Él es uno de los pocos que no ha notado el descenso de visitantes, porque «llenar, llenamos siempre». «El precio de este finde es el mismo que en temporada alta», recalca.
Cecilia Gatica, de la Pensión 'El Baobab', también está «hasta arriba». Sus siete habitaciones le permitirán ingresar unos 1.100 euros. «Los moteros no suelen tirar de hoteles y restaurantes caros, por la sencilla razón de que no quieren parar más que lo imprescindible, y prefieren el hospedaje bueno y asequible y el tapeo o el bocata». Lo sabe bien Ignazia Di Maggio, gerente del bar deportivo La Grada, en una de las esquinas de la avenida de Arcos, otro de los puntos estratégicos para los moteros. Ayer, a media mañana, los camareros y algo de ayuda extra se afanaban en transportar cajas y cajas de refresco y cerveza. «La verdad, confiamos en que la motorada nos sirva para cuadrar las cuentas». Es su primer evento, pero uno de sus empleados ya le ha hecho un buen resumen de lo que va el tema: «Hay que ser rápidos, y aun así no se da abasto». Tiene previsto ingresar unos 6.000 euros en los tres días.