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Sociedad

Tarde brillante de Juan del Álamo

Una faena de torero mayor frente a un notable ejemplar de El Parralejo es premiada con dos orejas

BARQUERITO
CASTELLÓN.Actualizado:

De las tres tardes que lleva toreadas Juan del Álamo en 2001, ésta de Castellón fue la mejor. La madurez del novillero cuajado: ligazón, colocación, sentido de la medida. Y expresividad, que fue la gota particular de esa faena. Brotaron detalles preciosos dentro de un conjunto de mucha y gran armonía.

La faena, encendida pero no eléctrica, llegó casi desde el primer compás, la gente la jaleó con fuerza y la vibración tuco el don particular de las obras mayores. Dos orejas. Le dieron la vuelta al ruedo al novillo. Estaría recomendado. Al quinto novillo, que mugió sin consuelo y se quedó debajo más de manso que de malo, también le buscó las vueltas de Del Álamo.

El madrileño López Simón cautivó a la gente con su valor mayúsculo. Una firmeza de verdad conmovedora por su arrojo y su arrogancia. De pie, de rodillas, de frente, de perfil, en los medios, en tablas. Y no ciego el valor sino que toreaban los brazos en todas las bazas.

Con el bravo tercero, al que se trajo de largo sin empacho hasta tres veces y con el que, a pies juntos o a compás abierto, anduvo con rara facilidad. Compostura algo envarada en apariencia pero, luego, sueltos los brazos para poder lo mismo con ese tercero que pedía engaños templados, que con el sexto, descompuesto y berreón pero de pronto sometido, consentido y aguantado.

Fría la gente como suele suceder en el primer acto de la función, no entró propiamente en la primera de las dos faenas del landés Dufau, de Villanueva de Marsan que no conectó con los tendidos frente a su primer enemigo. Mejor en el cuarto al que consiguió cortarle una oreja.