Entre futuras reinas
La 'química' entre doña Letizia y Camila eclipsa a sus maridos
Actualizado: GuardarLlegaron subidos en un Mercedes, entre los sables levantados y nueve parejas de caballos castaños, por la entrada soleada del Palacio Real de El Pardo, en Madrid. Carlos de Inglaterra bajó del coche, se atusó el traje, tomó la mano de doña Letizia y la besó con una ligerísima flexión de tronco, mientras la miraba con calidez. Un beso de príncipe. Ella le sonrió. Antes se habían estrechado la mano los dos herederos (don Felipe, 43 años, y Carlos, 62). Los reyes del futuro, aunque ya pinten canas.
Camila y doña Letizia se saludaron como íntimas amigas. Se agarraron de los antebrazos, cruzaron un par de besos sonrientes y se hicieron la foto oficial. Comparten una historia común: las dos divorciadas, las dos casadas con el heredero por amor, las dos futuras reinas y las dos aceptadas naturalmente por los ciudadanos después de luchar contra una ola de críticas.
Ambas vestían elegantemente: doña Letizia, de uno de sus diseñadores de cabecera, Felipe Varela, con abrigo de lana fría color marengo y taconazo a juego. Discretísima. Camila, vestido blanco, abrigo de punto marfil, bolso de fibra de palma estilo bombonera y menos tacones que la española. De banda sonora, 'God Save The Queen' y la 'Marcha Real', y por atrezzo, las 21 salvas de honor de la Guardia Real, con desmayo y caída de uno de los militares de la primera fila incluidos.
Los dos príncipes pasaron revista a las tropas. Doña Letizia y Camila, detrás, compartían confidencias. Gestos, miradas... destilaban buen rollo. La 'química' continuó hasta la noche en la cena de gala en el Palacio Real, en la que el Príncipe Felipe abordó el espinoso asunto de Gibraltar ante 126 comensales de ambos países. «Hago (...) votos para que nuestras autoridades avancen en la solución del contencioso histórico bilateral que aún sigue pendiente», afirmó don Felipe durante el brindis, en un discurso cargado de guiños simpáticos y cariñosos hacia sus invitados. El Príncipe también abogó por que España y Reino Unido exploren «nuevos ámbitos de colaboración en estos tiempos de crisis y desafíos», entre los que citó la protección del medio marino, precisamente uno de los ámbitos en los que la cooperación con las autoridades de Gibraltar permanece atascada.
Un detalle de Aguirre
Los Príncipes de Asturias se estrenaban como anfitriones. Es la primera vez que presiden un banquete de gala en el Palacio Real pudiendo hacerlo los Reyes. Cenaron media hora antes de lo habitual, acorde a las costumbres de Carlos de Inglaterra, que desayuna y cena fuerte, pero no almuerza. Hoy hará una excepción.
La pareja británica comerá con don Juan Carlos y doña Sofía y les recibirá el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Antes de cerrar anoche su primera jornada en España con la cena de gala, Carlos y Camila fueron recibidos por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que lucía en la solapa su condecoración de Dama del Imperio Británico, un detalle que no pasó desapercibido para el príncipe de Gales y que supuso un fugaz chascarrillo en la maraña de saludos.
En esa jungla protocolaria, la realeza se mueve con la rapidez y la soltura de un campeón de ping pong. Un saludo, un comentario: Carlos de Inglaterra le preguntó al Director de Patrimonio Nacional por el Palacio de El Pardo y trató de consolar al jefe de Prensa de la Casa del Rey: «Un duro trabajo el suyo», le dijo. Sobre todo en Inglaterra, pues allí los Windsor están acostumbrados a sortear el escándalo desde hace décadas. En 2007, Carlos sugirió en Abu Dabi prohibir los McDonalds. Esta vez, la Corona Británica se ha encargado de que los oídos de los reporteros estén bien alejados.
En la sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, esperaban al príncipe Carlos representantes del Grupo Santander, Ferrovial, Iberdrola, IAG o Abertis, que expusieron sus principales proyectos con la 'no tan pérfida Albión'.
El baño de masas
El heredero al trono británico salió por la puerta de atrás y con su paseo a pie convirtió el centro madrileño en un 'buckhingham palace' con tintes cañís. «¡Hello, Camilla!», les decían sorprendidos los turistas de la zona, que no contaban con encontrarse con tan insigne matrimonio en los alrededores de la Plaza Mayor, donde el heredero se reunió con alumnos del King's College a los que preguntó cuánto tardaban desde su casa al cole. Los madrileños tuvieron una pregunta común: «¿Os gusta España?». La respuesta siempre fue la misma: «Mucho». Tanto que al conocer las bondades del programa de aprendizaje de inglés My Oxford English, el príncipe Carlos pidió una versión para mejorar su español. En el céntrico Mercado de San Miguel les ofrecieron jamón ibérico. La pareja declinó la invitación, pero no se resistió a una crema de yogur con albaricoque del puesto 11. «Very good», asintieron.
A sus años, Carlos y Camila Windsor acaban de iniciar su primera visita oficial juntos a España, un país que el heredero ha pisado en diez ocasiones, la última en 2004. Hoy proseguirán con una intensa agenda en Madrid y mañana se desplazarán a Sevilla antes de descansar el fin de semana en una finca rural en Granada.