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Premio Nacional de la Crítica y de literatura infantil y juvenil, Merino estará esta tarde en la UCA. :: L. V.
Sociedad

Defensor de la narración oral

El escritor y académico reconoce que «la televisión ha acabado con la imaginación» y la costumbre de reunirse para contar historias José María Merino participa en una nueva sesión de 'Presencias Literarias' de la UCA

ANA LEÑADOR
CÁDIZ.Actualizado:

El escritor José María Merino aún recuerda con cariño y nostalgia cuando de niño su familia se reunía con los vecinos para contar historias mientras se hilaba o se realizaban otro tipo de tareas. Se refugiaban de las nevadas, y se contaban cuentos de miedo o historias de la guerra para pasar el rato. Esta práctica se llamaba 'filandón' y era muy popular en la región de León, de donde el autor es natural. Pero Merino nunca quiso desprenderse de las virtudes que brindaba la narración oral, por ello le ha dedicado varios trabajos y proyectos. Como buen cuentista, sabe que todo no son palabras, el tono y el gesto son claves para que el oyente se identifique con la historia. «Todo se centra en la persona que cuenta el cuento». Eso sí, la televisión, reconoce, ha acabado con ello. «Ahora tenemos este narrador electrónico y hemos perdido la costumbre de contar incluso cuentos a los más pequeños. Eso empobrece nuestra imaginación».

Merino -que estará esta tarde a las 19.00 horas en la Kursala de la UCA, dentro del ciclo 'Presencias literarias'-, también observa un claro deterioro del lenguaje. «Ahora los jóvenes piensan que tener un código reducido para comunicarse es bueno, pero cuanto menos palabras tenemos, más pobres e indefensos somos», alerta.

Ha cultivado el relato, la novela, el ensayo y la poesía, «amores distintos». El cuento «es una sucesión de iluminaciones» y la novela, «una excursión larga que te lleva por sitios que no conoces».

Nuevos proyectos

Ahora tiene a punto de publicar una obra de cada género. Por un lado, 'El libro del más acá', donde los mismos personajes se suceden en cada uno de los cuentos, eso sí, son historias diferentes. Actualmente, también revisa el borrador de su próxima novela, una continuación de la estela iniciada con 'El lugar sin culpa', que recibió el Premio Torrente Ballester. Su nueva aventura se enmarca en la misma colección que la anterior, 'Los espacios naturales', y sitúa su acción en torno a un río, al que van a parar un padre y su hijo con síndrome de Down para arrojar las cenizas de la madre muerta.

Merino asegura que su última novela hasta la fecha, 'Las antiparras del poeta burlón' (Siruela, 2010), es un homenaje a su padre, quien le enseñó la senda de la literatura. Aún se acuerda de la biblioteca de su casa, donde descubrió a Tom Sawyer, Heidi y 'La isla del Tesoro'. Después, se adentró en el siglo de oro español y el XIX. «Mi casa siempre fue un espacio de formación literaria importante».

En este libro ocupa un papel importante Quevedo, el rey de la sátira. «Cuando iba con mi padre a casa de mi abuelo pasábamos por el Convento de San Marcos, donde estuvo encerrado Quevedo y mi padre me hablaba de él. Yo le decía '¿quién es? ¿el de los chistes?' y él me replicaba: '¿Pero qué te enseñan en la escuela, José Mari?'. En esta novela, el protagonista emula al genio de la literatura española elaborando sátiras dirigidas a sus compañeros de escuela.

Otra de sus experiencias literarias más recientes le llegó de la mano de la Clínica Universidad de Navarra, que le encargó una historia para su colección de relatos cortos 'Historias de la Clínica', en la que han participado Juan Manuel de Prada y Soledad Puértolas. Se puso en contacto con una víctima de obesidad mórbida y de esa relación surgió 'La batalla de todos los días'. «La voluntad del enfermo es clave para superar el problema». Así, la mujer protagonista deja de ser «un ser grotesco» para recuperar su figura y su autoestima.