Corrupción+G al puesto al día
En este momento la mejor baza del Gobierno no es su defensa endeble, sino que al PP se le vaya la mano
Actualizado: GuardarEl ‘caso Faisán’ ha rescatado la Doctrina Camps-Rajoy: ‘las urnas funcionan como un jurado popular para emitir un veredicto moral’. A efectos políticos consiste en considerar las elecciones como un filtro de depuración. Quien sale, sale limpio. Esta doctrina enunciada para el ‘caso Gürtel’ no es nueva, solo la última versión corregida y aumentada para hacer posible la recandidatura del presidente valenciano aun imputado tras el polémico paraguas judicial del presidente ‘más que amigo’ del Tribunal Superior. Y es también la doctrina usada por el Gobierno para amortizar todo lo relativo al proceso de paz de 2006-2007 tras su victoria de 2008: el voto mayoritario significó una absolución social de aquel error estratégico de la negociación exonerándoles de ‘toda’ culpa porque se presumían sus buenas intenciones. Estas formas de autoblanqueo de la Historia resultan peligrosas; pero funcionan con electorados sectarios. Para cualquier ciudadano que anteponga una idea ética al color político –tal vez no mayoría, pero cada vez más, y decididos a no votarles– esa doctrina cortada a medida de la clase política ha empobrecido más el paisaje moral del país.
Los estrategas del PP, con todo, llevan semanas apuntando su artillería al ‘caso Faisán’. La oportunidad de un doble frente Crisis+Faisán parece reproducir al escenario ganador de los noventa de Corrupción+Gal. Siendo muy desigual, aporta la lógica del doble frente para percutir. Cuando la economía ofrece mejores señales –deuda o superávit– se cambia al Faisán, y viceversa. Y en definitiva no pinchan en hueso. La defensa de ¿pero quién va a creer a ETA? es endeble –aunque en efecto algunos crean o no a la banda según les vaya interesando– porque los hechos minan al Gobierno en ese turbio embrollo. En este momento su mejor baza no es su defensa, sino que al PP se le vaya la mano en sus ataques. Algunos observadores entendieron la ‘dulce derrota’ de 1996 como una reacción ‘sentimental’ de la izquierda ante la campaña demasiado áspera del PP, que hizo que muchos votantes arroparan a su partido con una pinza en la nariz. No es descartable. El PP desde luego juega peligrosamente al acusar a Rubalcaba de ‘colaborar con ETA’. Se han pasado de frenada, y además varios pueblos. Aun aceptando que toda la negociación fue un desastroso error, esa acusación es un juicio de valor que en lugar de ‘el Gobierno fracasó en la negociación tratando de acabar con ETA’ sugiere ‘el Gobierno falló estrepitosamente colaborando con los terroristas’. Proponer que el Gobierno actuaba no contra ETA sino para ETA es un disparate. El PP juega con fuego. La razón, y de eso trata precisamente el ‘caso Faisán’, no puede defenderse al otro lado de la línea roja.