El almirante Juan Carlos Muñoz-Delgado durante la entrevista de ayer en su despacho. :: J.C.C.
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«La gran transformación de la Armada viene con la democracia»

El almirante de la Flota pasa a la reserva y hace balance de sus tres años al mando de la Fuerza Naval en Rota Juan Carlos Muñoz-Delgado y Díaz del Río Almirante de la Flota

ROTA. Actualizado: Guardar
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Las ventanas de su despacho abren al muelle de la Base Naval de Rota. Se trata de un sitio restringido, privilegiado quizás, pero en continuo movimiento. Miles de españoles trabajan en las instalaciones y miles de familias viven de la Armada. Desde los cristales se divisa al portaviones 'Juan Carlos I' y una línea en el horizonte marcada por varias fragatas. El máximo responsable de este despliegue de recursos técnicos y humanos en el sur del país, el almirante Juan Carlos Muñoz-Delgado, pasa a partir del próximo 4 de abril a la reserva y abre un paréntesis a sus 46 años de actividad en la Armada. Desde 2008 su destino ha estado en Rota, al mando de la Flota, y deja un Cuerpo renovado. Muñoz-Delgado ha participado de forma directa en este proceso de transformación que ha obligado a prescindir de los esquemas tradicionales para adaptar a la Armada a las nuevas demandas. La formación y la educación han sido los pilares para construir en los últimos años un Ejército profesional, reconocido en todos los foros internacionales. El almirante Muñoz-Delgado mantiene esa estela castrense que envuelve a los militares, pero conserva un discurso claro, nítido y directo. Más bien de intelectual y de compromiso con las circunstancias que atraviesa el país y la implicación que supone pertenecer a una estructura internacional. Reconoce que nuestro papel en el extranjero ha sido notable, pero no clave y aclara que es el Gobierno, «como no puede ser de otra forma», quien decide nuestro grado de intervención. El almirante emprende hoy otro rumbo tras una ceremonia de despedida en la cubierta del 'Juan Carlos I'.

- Su currículum da vértigo. No ha parado un minuto desde que ingresó en la Escuela Naval a los 18 años. ¿Por dónde le viene la inquietud por el mar y la Armada?

-Elegí ser marino convencido de que ninguna otra cosa colmaba mis ilusiones. Con esta profesión contraje un compromiso que siempre he interpretado como personal y que ha hecho que me dedique a ella intensamente. De verdad, no considero que mi currículum sea de vértigo. Cada vez hay más profesionales en las Fuerzas Armadas con una formación muy sólida. Por eso creo que no es anormal esta situación. ¿Alguien puede pensar que el BBVA o Cepsa, por ejemplo, pueden estar en manos de personas con un curriculum malo? Creo que no.

-Pero me sorprende que haya sido tan rápido este cambio.

-Una generación. Unos 30 años. La gran transformación viene con la llegada de la democracia.

-¿Qué recuerdos guarda de esos primeros años?

-Guardo una gran cantidad de recuerdos acumulados durante mis 46 años en la Armada. Los más tempranos son los esfuerzos que suponía adaptarse tanto a una profesión muy dinámica, que lleva consigo frecuentes cambios de residencia, como a las dificultades que generaba para mantener a mi familia, que siempre ha estado a mi lado.

-¿En qué se parece la Armada que conoció en su etapa más joven a la que deja ahora?

-Permanecen los valores como integridad, honestidad y disciplina que sustentan la profesión y son atemporales. Aún queda algún edificio antiguo que nos vincula a la historia, sin embargo, tanto los buques como las personas son distintos. La Armada de hoy destaca por su calidad frente a otras con mayor número de unidades.

-Usted ha estado en un proceso de formación continua. ¿Qué papel juega ahora la formación de nuestros soldados en un Ejército profesional?

-Al igual que en otras profesiones, la nuestra requiere una actualización de conocimientos continua en pro de mejorar la calidad de los miembros de la Armada. La educación es la pieza fundamental para conseguirlo. La Armada invierte muchos recursos y esfuerzos con el fin de formar personas cualificadas. Desde luego es una opción profesional atractiva para cualquier joven.

-¿Pensaba hace veinte años que la mujer estaría en las Fuerzas Armadas y que una mujer llegaría a ser ministra de Defensa?

-La sociedad no discrimina a la mujer. Es algo natural. Sería malo aceptarla simplemente por una cuestión de cuota. España es un país moderno donde los puestos de trabajo y de responsabilidad se reparten cada vez más siguiendo criterios de mérito y competencia. Por ello no me sorprende ver a mujeres ocupando cualquier puesto.

-Usted ha estado en varios destinos y ha tomado contacto con el exterior tanto en misiones como en instituciones. ¿Qué impresión tiene de nuestro Ejército el resto de países?

-La impresión del resto de los países es cada vez más ajustada a la realidad española. La integración de nuestras Fuerzas Armadas en organismos supranacionales nos ha proporcionado años de elogio, posiblemente debido tanto a que nuestra preparación era mejor de la que nos suponían como al gran desconocimiento que existía sobre nosotros. En el ámbito internacional se reconoce a nuestras Armadas como homologables a las mejores. No obstante, aún tenemos carencias que corregir y es nuestra labor trabajar para conseguir que sean cada vez menores.

-La Armada ha jugado un papel clave en los últimos acontecimientos internacionales: Bosnia, Irak, Somalia, Haití y ahora Libia. ¿Somos una Armada de apoyo o de combate?

-Mire, no se puede hablar de Armada si no es refiriéndose a una marina de combate. El papel que hemos desarrollado en el exterior ha sido notable, pero no clave.

-¿Qué quiere decir?

-Nuestra aportación en las misiones internacionales no se puede decir que haya sido clave. No éramos ni el país que más ponía, ni el que tenía más responsabilidad. Ha sido importante, pero no clave. Si España no hubiera estado en Bosnia, por ejemplo, ¿habría un resultado distinto? No. Hubiera sido el mismo. Nuestras intervenciones internacionales han estado condicionadas por objetivos políticos marcados por el Gobierno, como no puede ser de otra manera. El Gobierno casi siempre ha optado por un grado de implicación baja.

-Usted es el único militar español con el 'Fellow' (académico extraordinario) del centro para Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard. ¿Pesa más este título que una medalla?

-Ser 'Fellow' de Harvad es un privilegio intelectual que me exige como Almirante dejar bien a España y a la Armada y me permite, al mismo tiempo, interactuar con un selecto grupo de profesionales de muy diversa procedencia, entre los que se encuentran personas consideradas las mejores del mundo en determinadas materias. Estas actividades tienen por objeto analizar y discutir la situación mundial para proponer soluciones.

-En 2008 fue nombrado almirante de la Flota. Ha sido una de las piezas de la reorganización de la Armada. ¿Por dónde empezó?

-En la última década, la Armada se ha visto inmersa en una profunda reorganización en la que lejos de ser un mero observador he tenido una importante implicación. La Armada tiene la necesidad de enfrentarse a nuevos retos, producto de una España que ha experimentado una profunda transformación. Para conseguir este objetivo se ha tenido que prescindir de los esquemas tradicionales y decantarse por los ágiles que permitan, además, adaptarse y responder ante una realidad que cambia a una gran velocidad.

-Un hombre del que dependen 14.000 personas ¿puede dormir por las noches?.

-La Flota cuenta con más de 80 barcos y 80 aviones y helicópteros. Además de unidades de Infantería de Marina, mandos e instalaciones. Contestando a su pregunta le diré que duermo como cualquier otra persona que tiene responsabilidades. No todas las decisiones son del mismo nivel y como corresponden se delegan a niveles más bajos donde existen mandos preparados que saben lo que tienen que hacer. En estos casos me limito a marcar directrices generales, controlar su aplicación y asumir la responsabilidad final. Cuando las decisiones son de más alto nivel y no procede delegarlas, las tomo personalmente, asesorado por el grupo de profesionales que forma mi Estado Mayor.

-Libia nos pone otra vez a prueba ¿Cree que nuestra participación en el conflicto irá en aumento?

-Libia es otro ejemplo de que las decisiones sobre cómo y cuándo se actúa las toma el Gobierno. Mis responsabilidades en estos casos son preparar diversas opciones para que el Gobierno elija según el grado de intervención que decida y además, asesorar sobre el uso de los medios navales y su dirección. Los responsables políticos serán los que decidan cuándo se termina. Libia es un país poco predecible. Irak y Afganistán tienen aún la estructura tribal y cuando se habla de gobierno es el de la unidad tribal. No es comparable al modelo occidental. Un gobierno no puede disparar contra su propia población. Resulta difícil que terminen haciendo elecciones como en Europa.

-¿Es tan necesaria la Base de Rota?

-Es una pieza muy importante en los sistemas de defensa nacional e internacional. La relación con los estados Unidos es buena, como corresponde a dos aliados, vinculados por el tratado del Atlántico Norte. Dentro de la Base hay una relación de respeto y cooperación. La Flota española está aquí.

-¿Le hubiera gustado seguir en activo.... hasta los 67?

-No me hubiera importado, pero es necesario renovar a las personas y que otros tomen el relevo aportando ideas frescas que mejoren nuestro trabajo. Ahora seguiré con la actividad académica.