Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizJerez
Julián se ocupa de intentar esclarecer la desaparición del mellizo de su hermano pequeño. :: ESTEBAN
Jerez

«De crío marqué a mi hermano para que no se perdiera como el otro»

Julián Villanova Jerez. 1964

Actualizado:

Julián lleva 23 años en la ciudad pero es originario de Los Rosales, una localidad sevillana cuya producción azucarera la emparenta con Jerez a donde llegó para seguir trabajando en el sector. Tanto tiempo después no olvida la inquietud que siempre tuvo su madre.

«Mi madre tuvo mellizos el 10 de enero de 1960», recuerda. Llevaba dos meses ingresada en el hospital sevillano García Morato porque la complicación de su parto múltiple sugería un ingreso que no tuvo lugar en sus tres partos anteriores. Los mayores nacieron en casa. «Fue el médico el que le aconsejó que fuera al hospital», evoca del nacimiento de sus hermanos Antonio y Fernando.

Como tantos otros relatos de estos días, la madre, Fernanda, que falleció en 1994, siempre aseguro que «estaban vivos, ella los oyó». Pronto le dijeron que uno de ellos falleció. «Ella, cuando le trajeron a Antonio, pidió que le llevasen también el otro», dice Julián quien no se explica que argumentaran, para explicar su supuesta muerte por asfixia, que «el otro venía al revés, cosa casi imposible porque hubieran tenido que intervenir y el parto fue natural».

La insistencia en que le fuera mostrado el cuerpo se topaba una y otra vez con evitarle «que se traumatizara». El hermano que ha abanderado la lucha por conocer la verdad sobre estos hechos recuerda las explicaciones tantas veces escuchadas a su difunta madre: «Le decían que diera gracias a Dios por haberle salvado la vida a ella y al otro hermano». Finalmente, le mostraron el cadáver de un crío liado en vendas que tenían en el depósito. «Y cuando pidieron llevárselo para enterrarlo le dijeron que no, que había vívido menos de 24 horas y que ellos se hacían cargo», añade.

Julián ha intentado, a raíz de esta oleada de denuncias, obtener documentación sobre el óbito sin encontrar nada al respecto. Él ha sido el heredero de la inquietud de su madre. «Siempre me ha gustado investigar», reconoce aunque es ahora cuando ve «una puerta abierta».

«Este es un asunto que nos ha afectado a todos pero mis padres intentaban que no nos obsesionáramos con ello», recuerdo. Y, con todo, la madre dejaba escapar alguna vez el suspiro por aquel hijo. «Mi padre, sin embargo, se había resignado y lo que no quería es ver a mi madre sufrir». Aquella extraña convicción, latente hace ya cuatro décadas en la familia, hizo que Julián, con apenas cinco años, cogiera el gancho para manejar aquellas viejas hornillas de carbón y marcara en la espalda al mellizo 'vivo'. «Para que no se perdiera como el otro hermanito», decía entonces como alguna vez le ha recordado una tía suya.

En el cementerio no reza, aun espera la documentación del hospital y en el Registro Civil asegura haber surgido obstáculos, según dice.