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Un caza francés reposta desde un avión nodriza. :: REUTERS
MUNDO

Los ataques aliados impulsan a los rebeldes

Los sublevados confían en recuperar Ajdabiya en las próximas horas y resisten en Misrata, donde alertan de una grave crisis humanitaria

MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL
BENGASI.Actualizado:

Mohsen Gheryani no puede dar un paso. La gente le saluda, besa y abraza nada más concluir la oración en la plaza. Después de 22 años de exilio regresa a su Bengasi natal, a su casa familiar, que unos amigos han cuidado las últimas dos décadas. Agotado por el viaje se abre paso entre una multitud incrédula. «He venido para tomar parte en esta 'yihad' y liberar el país. Primero hay que ganar la guerra, después llegará el tiempo de la política», declara ante unos seguidores para los que la existencia de cualquier movimiento de oposición era un auténtico tabú hasta el pasado día 17 de febrero.

Sobrino del doctor Mohamed Mgarif, exembajador libio en India y uno de los fundadores en los ochenta del Frente de Liberación Nacional de Libia (NFSL, por sus siglas en inglés), fue encarcelado durante cuatro años junto a otros doce miembros de su familia en Abu Slim por el único delito del parentesco con un líder opositor. Nada más ser liberado se exilió a Egipto y de allí viajó a Londres para formar parte activa dentro del cuadro de mando del principal grupo opositor.

Junto a Gheryani, otras figuras del exilio como Khalif Heftar, héroe de la guerra del Chad, que ha estado 30 años en el extranjero por sus diferencias con Gadafi, están sobre el terreno en contacto directo con el Consejo Nacional rebelde. Su llegada se ha producido en un momento en el que la revolución toma impulso gracias a los bombardeos de la coalición que ayer alcanzaron varias baterías gadafistas en Ajdabiya. La ciudad es un punto estratégico situado a 160 kilómetros de Bengasi que los sublevados intentan tomar sin éxito desde hace una semana.

Las fuerzas gubernamentales resisten las embestidas rebeldes, pero los ataques aéreos y la falta de suministros hacen que los portavoces de la oposición crean que la ciudad «será liberada en las próximas horas». Por ello se está concentrando un fuerte número de milicianos en los puestos de control cercanos para intentar el asalto final.

El órgano de poder de los insurgentes realizó también un balance de las bajas sufridas en las últimas semanas que situaron entre «8.000 y 10.000» y alertaron de la «grave crisis humanitaria» a la que habrá que enfrentarse en Misrata o Zintan, localidades sometidas a duros ataques por parte de las fuerzas gadafistas. Las autoridades de Trípoli, por su parte, invitaron un día más a los periodistas acreditados en la capital a visitar las instalaciones militares destrozadas por los bombardeos nocturnos de la coalición, según la propaganda oficialista.

«Uno de los grandes problemas es la falta de organización en los campos militar y político», piensa Gheryani, en cuya casa se da cita un grupo de exiliados recién llegados a Bengasi. Pese a la persecución ejercida por todo el mundo por grupos leales al dictador bajo la acusación de estar financiadas por la CIA, una decena de formaciones -basadas en Londres y Washington- han permanecido activas en su lucha contra la dictadura.

«Gracias al petróleo, el régimen se ha ganado el visto bueno de Occidente, pero esto se ha acabado. Ahora están solos y no creo que a Gadafi le queden más de diez días», piensa Gheryani, cuya misión es trasladar a los libios el mensaje del Frente de Liberación Nacional -un partido desconocido para la inmensa mayoría, como el del resto de grupos del exilio- y abrir las puertas del país «a muchos profesionales bien formados que pueden aportar mucho al nuevo país».

Una semana después del primer ataque aliado, Bengasi celebró una oración multitudinaria en la que el sermón se centró en el peligro que entrañan los miembros del Lejan Thorria (comités revolucionarios del dictador) que siguen llevando a cabo incursiones en la periferia de la capital rebelde. Miles de personas gritaron ayer en contra del dictador y dieron gracias a la comunidad internacional por unos ataques que día a día debilitan al régimen.

Desde Washington, el portavoz del Estado Mayor, Bill Gortney, aseguró que los ataques de la coalición internacional han reducido el poder del dictador en el Ejército. Por esta razón, está recurriendo ahora a voluntarios. Y eso que, según la televisión pública, el coronel ha ascendido a todos los miembros de las Fuerzas Armadas para intentar paliar su descontento.

Ahora queda que las tropas sublevadas aprovechen la situación y avancen sobre el terreno y que los nuevos responsables políticos, con el apoyo de los grupos opositores, dibujen una alternativa consistente para los cinco millones de libios.