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El centrocampista de la selección española, Xavi Hernández (d), intenta superar al jugador de la República Checa, Tomas Rosicky, durante el partido clasificatorio para la Eurocopa 2012 que ambos combinados disputan esta noche en el estadio Nuevo Los Cármenes de Granada . EFE/Julio Muñoz.
fútbol | eurocopa 2012

Villa derriba el muro checo

España tuvo que meter una marcha más y cambiar el guión táctico para remontar en Granada y poner pie y medio en la Eurocopa

IGNACIO TYLKO
GranadaActualizado:

España supo ser paciente y meter una marcha más para escalar el muro construido por los checos a los pies de Sierra Nevada. Hasta que Villa se quitó un lastre mental y alcanzó la cima de los goleadores, la selección vio en el rocoso rival centroeuropeo un obstáculo más alto que el Veleta granadino.

No fue un ejercicio extraordinario, ni siquiera notable, pero la selección sí supo entender a tiempo que si no salía del nirvana y le ponía más ímpetu, movimiento y agallas, la noche podría ser negra. A del Bosque no le quedó más remedio que cambiar de guión, quitar a Xabi Alonso porque Busquets se sobraba para robar, y España se lo agradeció. De la pesadilla en Los Cármenes se pasó al grito de campeones. Remontada, triunfo sufrido, récord de Villa y la Eurocopa de Ucrania y Polonia a un pasito.

La selección sigue con cierta resaca tras el mundial y la sucesión de Barça-Madrid que se avecina cansa solo de pensarlo. Pero estos jugadores son tan superiores al resto que ganan por perseverancia, por calidad y porque un rival acaba por agotarse si solo persigue balones y sombras.

Cuando Arbeloa se convierte en el mejor pasador de la selección en el primer tiempo, quiere decir que el motor está gripado. Del lateral blanco nacieron los dos mejores centros que acercaron de nuevo a Villa al gol. Pero tanto en su volea como en su cabezazo, el ‘Guaje’ se topó con Cech, un portero de los de antes: alto, sobrio, seguro, atento y con buena colocación.

Sin chispa

A la selección le faltaron intensidad, velocidad y movilidad en un período inicial anodino, monótono. Unidireccional pero sin chispa, con poco ruido y menos nueces. Un arranque prometedor, con sendos disparos de Iniesta y Xabi Alonso, dio paso a un dominio inútil. Mucha posesión pero escasa profundidad.

Iniesta y Xavi sufrían el agobio de sus perseguidores, casi marcadores, Navas apenas percutía y Villa parecía más un pivote de balonmano que un delantero centro moderno. Estaba muy estático en el centro. Fijaba a los zagueros pero participaba lo justito. Acusó la costumbre del Barça, donde entra casi siempre desde la izquierda.

Quizá para este partido convenía más Llorente, el socio perfecto para cualquier extremo. El desarrollo del duelo reabrió también el debate sobre la necesidad, o no, de jugar con Xabi Alonso y Busquets juntos frente a rivales que solo buscan defender. Silva, un coloso entre las líneas enemigas, podía ser una buena opción para este partido tan cerrado. Pero tampoco es cuestión de hacer sangre porque a este equipo y este técnico les sobra crédito.

Del Bosque dijo la víspera que confiaba plenamente en Villa y en Fernando Torres pero se cargó al ‘Niño’ del equipo titular. Había ensayado en alguna ocasión con el sevillano durante la concentración en Las Rozas y seguramente vio que Fernando, sobreestimado para buena parte de la crítica, no está a punto. Acusa su sequía de dos meses en el Chelsea y las críticas que le dedican los ingleses por entender que no corresponde su rendimiento con el de un fichaje de 60 millones.

Los centroeuropeos propusieron un partido horrible. Diez por detrás del balón y Milan Baros solo contra el mundo. Bilek, su técnico, estudió al rival y concluyó que Suiza era su musa. Se fijó en el primer partido de ‘La Roja’ en Sudáfrica y planteó un choque similar al de los helvéticos. Defender, marcar, correr detrás del balón, no desfallecer y ganar merced a una acción aislada y afortunada.

La reacción

Cuando el exosasunista Plasil anotó en la primera y una llegada de los ‘blancos’, quien más y quien menos se acordó de aquel partido. El centrocampista del Burdeos recibió sin oposición en la zona de tres cuartos, nadie le marcó y se sacó un disparo duro y raso que golpeó en el palo y entró.

Había que escalar una montaña. En el descanso, Del Bosque movió ficha. No podía esperar más. Como la jerarquía es algo innegociable en su catecismo, introdujo a Torres y no a Llorente. Retiró a Xabi Alonso pero no cambió el sistema. Iniesta se vino más al centro, Villa pasó al perfil izquierdo y Torres se colocó en punta. Ligera mejoría pero sin productividad.

Hacía falta otro movimiento más valiente. Se fue Capdevilla y entró Cazorla. La selección pasó a jugar con tres defensas, aunque Busquets era uno más si los checos pasaban del centro del campo. Había nervios e incertidumbre en la grada, pero el empate era cuestión de tiempo. Ramos estuvo a punto de llegar a un remate en el segundo palo pero faltaban los delanteros.

Torres fallaba más controles y pases de la cuenta. Estaba lento pero con él, Villa se sintió más feliz, menos vigilado, más suelto. Y al fin llegó el gol que rompió el desempate con Raúl al frente del escalafón de los goleadores. Un gran movimiento. Conseguido el empate, ganar parecía más fácil. Enseguida, un penalti sobre Iniesta y el ‘7’ que no perdona aunque Cech estuvo a punto de desviar. Se tiró al suelo. Él y todos lo festejaron con rabia.