‘La Buenaventura’. Obra realizada en 1922 por Julio Romero de Torres, que también aporta a la colección ‘Monja’ (1911) y ‘Boceto del Poema de Córdoba’ (1913).
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El Thyssen de Málaga abre sus puertas

‘La Buenaventura’ de Romero de Torres actúa como reclamo más notorio de la pinacoteca

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Encierra una deliciosa justicia poética que un museo huela a pintura. Sobre todo cuando el recinto está consagrado justo a esta disciplina, con las evidentes distancias que separan la brocha del pincel, el estucado del trazo fino y delicado de los maestros del XIX. Ese aroma a regalo recién abierto, a objeto aún por estrenar, desprende el Museo Carmen Thyssen Málaga, que ayer se inauguró de manera oficial y que hoy abrirá sus puertas al público.

El Museo Carmen Thyssen Málaga se presenta en sociedad con la vocación de convertirse en un revulsivo cultural y turístico para la capital de la Costa del Sol. El nuevo equipamiento cultural nace de la colaboración público-privada entre el Ayuntamiento de Málaga y la baronesa Thyssen, que cede hasta el año 2025 un conjunto de 230 obras de arte que componen la colección del centro.

De las piezas más valiosas, esas que aportan brillo y distinción a los museos, destaca ‘La Buenaventura’. La tela de Julio Romero de Torres representa, al menos por el momento, la pieza más reconocible de la colección. No en vano, la institución ha empleado este cuadro fechado en 1922 como reclamo publicitario y cabeza de cartel en diversas acciones promocionales. Desde documentación para los medios informativos hasta campañas publicitarias en distintos soportes.

De hecho, ‘La Buenaventura’ puede presentarse como la punta de lanza de una serie de creaciones que están llamadas a quedarse en la memoria de los visitantes al museo que mañana abre sus puertas al público. En el listado bien podría figurar otra obra de Romero Torres. Se trata de ‘Monja’ (1911) colgada junto a ‘La buenaventura’ en la segunda planta del recinto.

Pintura entre siglos

Es en esa sala donde aparecen algunos de los títulos más populares. Como el óleo sobre lienzo ‘Corrida de toros en Eibar’ (1899), obra de Ignacio Zuloaga y Zabaleta. Además, se trata de uno de los primeros cuadros que se anunciaron para el Museo Carmen Thyssen Málaga. Su destino se sabe desde hace tres años, lo que estrecha sus lazos con la historia de la institución.

También al periodo entre los siglos XIXy XX responde la enigmática ‘Julia’ (c. 1915), firmada por Ramón Casas i Carbó y que asoma por algunas banderolas desplegadas por la ciudad estos días para anunciar la apertura del museo de la calle Compañía. Tampoco conviene olvidar ‘El baño’ (c. 1908) de Francisco Iturrino o las ‘Coristas’ (1921) de José Gutiérrez Solana, una de las últimas referencias en sumarse a los fondos del museo malagueño.

La sala de Maestros Antiguos deja otras dos obras señeras: ‘Santa Marina’ (c. 1640 - 1650) de Francisco de Zurbarán y elCristo del siglo XIII que hasta ahora se ha expuesto en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

El preciosismo de Marià Fortuny i Marsal en ‘Corrida de toros. Picador herido’ (c. 1867), las escenas de Joaquín Sorolla y las telas a cargo de Alfred Dehodenq también reclaman una parada en un resumen que, como todos, amenaza con dejarse algo en el tintero.