vuelta de hoja

La misión

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay dudas sobre los objetivos que persiguen los aliados, aunque todos estén a su alcance. La coalición no tiene muy claro el papel que debe jugar la OTAN, que ha jugado tantos, ya que desde siempre tiene cartas en los conflictos bélicos. ¿Qué estamos haciendo matando en Libia?, se preguntan algunos estrategas. Su misión parece confusa y no únicamente está en entredicho la finalidad, sino quienes mandan. Un general malo es mejor que varios generales buenos y es urgente nombrar un mando único, no vaya a ser que cuando se pongan de acuerdo ya no queden más víctimas y se haya terminado la misión en Libia y haya que reanudarla en otra parte.

Lo que está sucediendo allí es una guerra civil, o sea, la más odiosa de sus modalidades. A estas alturas ya sabemos todos, incluso los más torpes en materia de política internacional, como yo, que todas las guerras son civiles en un planeta globalizado.

También nos hemos dado cuenta de que la mayoría de los que dan su vida por la patria no son combatientes, sino personas que pasaban por allí, ya que allí vivían y en algún sitio tenían que pasar el rato que dura la vida. Se les llama ‘víctimas colaterales’, lo que sin duda es una buena disculpa. En sus epitafios podría ponerse la misma dedicatoria póstuma: «Acepte nuestra disculpa. Contra usted no iba nada».

Hay que traspasar la dirección de la agencia mortuoria. Alguien debe asumir el papel de gerente antes de que la Alianza se resquebraje más. ¿Incluye o no incluye el derrocamiento de Gadafi?, ¿el Napoleón de opereta ha dejado de ser útil?, ¿su anhelado óbito influirá en el precio del petróleo? Demasiadas dudas y, sobre todo, demasiados muertos. Lo primero deja en suspensión el ánimo, sin saber a qué atenerse, pero la muerte suspende cualquier actividad. De momento, nuestro irresoluto presidente ha fijado el plazo mínimo de presencia española en Libia, pero los plazos son siempre prorrogables. Incluido el suyo.