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Trípoli emplea escudos humanos para disuadir los bombardeos
Los rebeldes denuncian la falsedad del alto el fuego anunciado por el dictador y en Misrata se libran feroces batallas tras el apoyo aliado
BENGASI. Actualizado: Guardar«Están dentro de la ciudad y entran a las casas, están por todas partes y muchos vestidos de civil, sin uniformes». Los vecinos de Misrata, la tercera ciudad más importante de Libia y el último feudo rebelde en el oeste, llaman a la emisora Libia Libre de Bengasi para contar los últimos avances de las fuerzas de Gadafi que desde hace dos semanas intentan controlar este bastión opositor situado a 150 kilómetros de Trípoli. Al menos nueve personas perdieron ayer la vida, según fuentes del Consejo Nacional insurgente, en una nueva jornada de ataques que volvieron a dejar claro que los anuncios de alto el fuego del régimen no son más que propaganda. Las fuerzas leales al dictador han tenido que retroceder ante los ataques aliados, pero no han huido en desbandada como se pensó.
Este retroceso ha sido aprovechado por los sublevados para intentar recuperar terreno. Ayer se registraron combates en Ajdabiya, 150 kilómetros al sur de Bengasi, «desde donde pretendemos iniciar la reconquista hasta llegar a las puertas de Trípoli», declaró el portavoz del Consejo Nacional, Ahmed el-Hasi, quien defendió los ataques aliados y acusó al tirano de mentir al asegurar que habían causado víctimas civiles. El-Hasi aclaró que «no pedimos a la OTAN que expulse a Gadafi, solo que evite que su Ejército pueda entrar en los centros urbanos». Desde el Consejo se denunció también el cambio de estrategia del coronel, a que acusaron de «usar civiles como escudos humanos tanto en Misrata como en Trípoli, donde ya hay ciudadanos en torno a sus dependencias personales».
Desde la capital la maquinaria propagandística del régimen trabaja contrarreloj para mantener alto el ánimo. Después de anunciar dos treguas trampa, invitar a observadores de la ONU y de amenazar con «abrir los arsenales para armar al pueblo de cara a una larga guerra», los medios oficiales, en los que sigue sin aparecer en pantalla el propio Gadafi, hicieron un llamamiento para «una gran marcha verde pacífica» con el objetivo de «liberar Bengasi de terroristas». En sus calles los llamamientos del dictador no se tienen en cuenta ya que «solo miente, nunca abrirá sus arsenales porque sabe que el pueblo los usaría en su contra, y respecto a la marcha verde, nadie tomará parte a no ser que sea a punta de pistola», asegura Fowzi el-Doumi, profesor de la Universidad de Bengasi.
Concluida la primera parte de la ofensiva, los aliados comienzan ahora una segunda parte en la que tratarán de cortar la logística de las fuerzas leales a Trípoli. La intervención internacional ha permitido tomar aire a los rebeldes que siguen asegurando que no quieren una acción terrestre de fuerzas extranjeras. En Bengasi, a diferencia de Trípoli, no se escuchan los aviones y el ataque más próximo se produjo a 35 kilómetros del centro urbano, pero todos saben que si los aviones franceses no hubieran acertado con la columna de blindados la capital insurgente sería un auténtico infierno.