El miedo a la quinta columna de Gadafi
Bengasi vigila para prevenir ataques urbanos de infiltrados del dictador
BENGASI.Actualizado:«Es nuestra mayor amenaza». Desde el Consejo Nacional de Bengasi tienen claro cuál es el principal enemigo de la revolución dentro de las ciudades. Khaled Said, portavoz del gobierno rebelde, califica a los miembros del Algan Zawria como «la quinta columna de Gadafi, los seguidores más radicales y mejor pagados» que tras el inicio de la ofensiva aliada son los encargados de llevar el peso de los ataques en los centros urbanos.
Es el grupo de informadores que durante cuatro décadas el régimen mimó y repartió por todo el país, chivatos a sueldo que cobraban por cada informe entregado y que estos días llevan a cabo incursiones de castigo para atemorizar a la población. Sus oficinas fueron pasto de las llamas en los primeros minutos de la revuelta y ahora operan en pequeños grupos llevando a cabo acciones armadas desde vehículos. Se han convertido en el principal objetivo de las inexpertas fuerzas de seguridad de la Libia liberada que, como en el plano militar, se enfrentan a un enemigo entrenado y con más medios.
Los rebeldes aumentaron el número de puestos de control. Voluntarios del ejército opositor y vecinos se mezclan en las barricadas para frenar a los vehículos a su paso y obligar a cada persona a identificarse. «La gente que no tiene armas de fuego sale con lo que tiene. Lo importante es no permitir a esos animales entrar en nuestras casas, por eso ahora estamos 24 horas de vigilancia», asegura Walid Zubir, dueño de un restaurante a las órdenes de la revolución.
Vigila junto a varios compañeros el estratégico paso de Sabri, en un extremo del malecón, una zona a la que «los hombres de Muamar tienen muchas ganas porque aquí fabricamos unas bombas caseras que les han hecho mucho daño en el frente», comenta Walid mientras saca del bolsillo una pequeña lata de leche condensada con una mecha colgando de uno de los extremos. «Aquí le llamamos 'yolatina' y puede matar a cualquiera», asegura un niño con una camiseta del Real Madrid. Se trata de las bombas fabricadas manualmente que habitualmente se usan para la pesca, pero que ante la falta de material los rebeldes las emplean ahora como un medio más de defensa.
Al caer la noche comienzan a sonar los disparos. «Es un problema que haya tantas armas en las calles, pero no podemos evitarlo», lamenta Said desde la sede del Consejo Nacional. El grueso de fuerzas rebeldes han salido en dirección a Ajdabiya para iniciar su marcha a Trípoli.