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PAN Y CIRCO

LOS PARTIDOS DE MOURINHO

DANIEL GUTIÉRREZ
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Seguro que usted, como yo, es uno de esos mortales que se ha imaginado alguna que otra vez en la piel de cualquiera de estas estrellas mediáticas del fútbol que trabajan tanto y cobran tan poco. Cada uno en su perfil, por supuesto, pero con una vida más o menos cómoda y sin necesidad de coger la calculadora para llegar a final de mes o pegarte algún que otro caprichito. Bueno, pues yo este año he descartado uno de mi catálogo personal: Jose Mourinho.

Tiene que ser realmente agotador eso de estar peleado con el mundo, aunque solo sea una pose como piensan algunos. El portugués no tiene suficiente con entrenar a uno de los equipos más influyentes y con mayor repercusión pública del planeta, sino que se obceca una y otra vez en ampliar el abanico de partidos abiertos. El rival, los árbitros, la Federación, la LFP, la prensa, incluso en ocasiones su propia afición y sus propios jugadores han sido objetos de crítica por su parte. Tiene de todos y para todos. Dicen que es un tipo inteligente porque logra lo que realmente quiere: desviar la atención sobre las posibles carencias deportivas de su equipo y restar presión a quienes deberían ser los verdaderos protagonistas de todo este tinglado: los futbolistas.

Mourinho es un personaje tan atractivo como dañino para la sociedad en la que vivimos; un tipo que da juego, al que admirar y atizar a partes iguales, con poso en el mundillo en el que se mueve, un líder para los rebeldes y un tipo antipático, prepotente y mal educado para el común de los mortales. Da lo mismo que ponga dos o tres trivotes, que le gusten los perros (Higuaín) o los gatos (Benzemá), que se sienta portugués por los cuatro costados, esté viviendo en España y adore y añore la forma de trabajar que tuvo en Inglaterra. Su principal problema se llama FC Barcelona, el equipo destinado a alejarle de sus verdaderos y únicos objetivos: la Liga y la Champions. Por eso sería mejor centrarse en los partidos que realmente merecen la pena.