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Los tomahawk se han convertido en el arma indispensable de EE UU para iniciar una intervención militar. / Ap
operación odisea del amanecer

Los eternos tomahawk

Estados Unidos vuelve a iniciar una operación militar con los sofisticados misiles que estrenó en la primera Guerra del Golfo

IÑAKI CASTRO
BRUSELASActualizado:

Veinte años después de su estreno en la Primera Guerra del Golfo, los tomahawk se han convertido en el arma indispensable de EE UU para iniciar una intervención militar. El Pentágono y la Royal Navy británica lanzaron en la madrugada de ayer un total de 112 de estos misiles sobre objetivos libios, una táctica que también se utilizó en el conflicto de Bosnia, la invasión de Afganistán y el derrocamiento de Sadam Hussein. El gigante norteamericano ha afinado tanto el desarrollo de estos proyectiles que en su ataque al país norteafricano no necesitó activar sus prestaciones de última generación.

Curiosamente, EE UU volvió a disparar sus tomahawk el mismo día en el que se cumplían ocho años del inicio de la invasión de Irak. Entonces, tuvo que desplegar una potencia de fuego mucho mayor y lanzó en torno a 725 misiles. El efecto psicológico, sin embargo, pudo ser parecido. El nombre de los proyectiles hace referencia al hacha empleado por las tribus nativas norteamericanas, una imagen que en pleno ataque puede producir escalofríos y llenar de dudas la mente de cualquier enemigo.

Pese a su aplicación actual, el tomahawk se concibió en los ochenta para transportar cabezas nucleares. Según la BBC, puede cargar hasta 450 kilos de explosivos a una distancia de 1.600 kilómetros, lo que le convierte en un arma demoledora. Vuela a unos 1.100 kilómetros por hora y apenas mide seis metros. La Marina norteamericana consideró que su uso había supuesto un «inmenso éxito» en la operación Tormenta del Desierto y decidió explotar sus habilidades no solo como arma atómica.

Tras años de desarrollo, el actual tomahawk ofrece unas prestaciones de película. Además de transmitir imágenes a lo largo de su vuelo, los operadores militares pueden reprogramarlo y cambiar su blanco en cualquier momento. Incluso, puede ser lanzado sin un objetivo concreto e insertarse su destino definitivo a continuación. Esta posibilidad, según detalló Reuters, fue la que el Pentágono no empleó en el ataque a Libia.

Probablemente, las prestaciones del tomahawk son algunas de las 'capacidades únicas' que EE UU ha puesto al servicio de la coalición internacional para intervenir en el país norteafricano. Barack Obama utilizó esta expresión para precisar el papel de su Ejército en la misión en territorio libio que no quieren liderar. La realidad, sin embargo, indica que 11 de los 24 barcos y submarinos desplegados en el Mediterráneo son norteamericanos. Por si fuera poco, cuentan con 42 cazas F-16 en la base italiana de Aviano y en los bombardeos ya han utilizado los B-2, esos aviones prácticamente planos y oscuros invisiles para el radar.

Portaaviones francés

Francia y Reino Unido, las otras dos potencias que lideran la ofensiva, también han empezado a mostrar su extenso fondo de armario armamentístico. París, de hecho, fue el encargado de abrir fuego en Libia con sus cazas Rafale. Estos aviones de combate con alas en forma de delta llevan instalado un sofisticado sistema electrónico que les permite seguir hasta ocho blancos distintos y generar mapas en tres dimensiones para agilizar la navegación aérea.

El Ejército francés reforzó ayer su implicación con el envío de su portaaviones Charles de Gaulle a las costas libias. EE UU, en principio, no tiene previsto desplazar al Mediterráneo ninguno de sus gigantes navales, lo que convertirá al barco galo en el buque insignia de la misión. El Charles de Gaulle, que llegará esta tarde al teatro de operaciones en la costa libia, cuenta con una tripulación de 1.800 hombres. Según la Marina tricolor, tiene capacidad para transportar 40 aviones y apoyar sus misiones durante dos semanas.

Reino Unido, el tercer país del mundo que más gasta en defensa, completa el tercer pilar de la coalición internacional con medios navales y aéreos. Al margen de disparar desde uno de sus submarinos los tomahawk junto a EE UU, la RAF también contribuyó de forma significativa a diezmar los sistemas antiaéreos del régimen de Gadafi. Para ello, envió directamente desde bases británicas sus cazas Tornado GR4. Estas aeronaves, que ya fueron desplegadas en la invasión de Irak, dispararon unos precisos misiles de crucero con hasta 250 kilómetros de alcance que minimizan los riesgos de los pilotos.