:: TEXTO: BORJA OLAIZOLA :: FOTOGRAFÍA: AP
Sociedad

Retrato real con dos damas

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Hay quien dice que el príncipe Carlos es un tipo muy estirado que solo sonríe cuando asoman los capullos de los rododendros gigantes que cultiva en su jardín. El capítulo de su biografía que se cerró con la muerte de Diana de Gales dejó su imagen bastante malparada. Egoísta, frío, altivo, incapacitado para el cargo... El rosario de críticas que tuvo que aguantar daría para llenar unas cuantas páginas. Es cierto que el heredero del trono británico no parece un dechado de simpatía, pero también lo es que vivir con el implacable marcaje mediático de los tabloides ingleses no tiene que ser muy cómodo.

A Carlos, que este año cumplirá 63 años, le pasará lo que a todos, es decir, que tendrá sus días buenos y también sus ratos malos. El miércoles pasado se le pudo ver bastante más risueño de lo que en él es habitual cuando visitaba una feria de Londres: se saltó el protocolo para hacerse un retrato junto a dos visitantes en uno de esos fotomatones a los que tan aficionados son los británicos. El príncipe aceptó de buen grado la petición de las damas y se apretujó con ellas en el asiento trasero del taxi de pega. Su sonrisa tampoco es como para echar cohetes... pero es que igual los rododendros aún no han florecido.