Resucita la peseta
Actualizado:Manuela Buyo Bastida abre su monedero de piel y, dentro, asoma el antiguo tesoro. Ocho relucientes billetes verdes de 1.000 pesetas, de numeración correlativa, planchaditos, satinados, como recién sacados del cajero por el propio Benito Pérez Galdós. Luego aparece un billete de 500, azul, con la efigie soñadora y poderosa de Rosalía de Castro y una pieza, casi pardusca, algo más deteriorada, con la cara de un jovencísimo Rey Juan Carlos por valor de 5.000 pesetas, una sábana policromada que, al cambio, representa 30 modestos euros de hoy en día.
Estamos en Mugardos, un pueblito coruñés de 5.600 vecinos plantado en mitad de la ría de Ferrol, y que sobrevive con ingenio frente al horizonte cuajado de grúas de los astilleros de Navantia y del acorazado arsenal militar de La Graña. En Mugardos, durante este mes de marzo, los comercios aceptan pesetas, moneda de curso legal en España desde el 19 de octubre de 1868 hasta el 1 de enero de 2002, cuando fue retirada y sustituida por el euro.
Lo que no esperaban los comerciantes es que la iniciativa convirtiera el lugar en una especie de decorado gigante de 'Cuéntame', una suerte de sumidero sentimental donde se van vertiendo recuerdos y algunas nostalgias económicas.
Manola Buyo encontró los billetes en la mesilla de noche de su madre, Encarnación Bastida Justo, Choncha, fallecida hace un año largo, con 92 cumplidos. «Tardé en mirar sus cosas, por pena. Pero hace unos días encontré el dinero entre su ropita íntima. Me quedé petrificada. '¿Qué hago yo con esto?' Llamé a mi hermana y le dije 'acabo de encontrar un tesoro en casa'. Me acordé de mi madre y me emocioné muchísimo. Pero aunque quisiera guardarlo de recuerdo, no puedo, con la crisis. A mí me viene de perlas porque con la pensión que tengo...», suspira Manola, antigua empleada en el textil y hoy, jubilada sin descanso.
Entrega el fajo Manola a la confianza de Trinidad Cruz Pérez, socia junto a Dolores Leyra de Calzados Lotry. Rápida, hace la cuenta: 8.319 pesetas. Manola deja las estampas y se lleva los zapatos tostaditos y una vuelta de un euro y diez céntimos. «No sé qué cantidad tengo, Trini. A lo mejor me llega para otro día. ¿Síii? Pues miramos una pieza para la niña, para mi sobrina nieta», se alboroza Manuela Buyo Bastida.
Mugardos ha sido colocada en el mapa por la peseta.
Los insumisos del euro
Juan Higinio Rey García, secretario y tesorero de la Asociación de Empresarios de Comercio y Hostelería de Mugardos (Porto Magno), y propietario de la ferretería bazar instalada en la esquina del 23 de la Avenida de Galicia, no soñó ni en sus más audaces visiones que los 230 euros gastados en un anuncio en la primera página de 'El Diario de Ferrol' del 28 de febrero dieran para tanto. «Por aquí ya pasó la BBC, vinieron de la televisión gallega, nos llamaron de Argentina y Estados Unidos y hoy hasta vienen periodistas de Oporto. Con el éxito que tuvo y la publicidad que nos dio ya está todo más que cumplido. Fue una buena inversión, la verdad», se sonríe, taimado, mientras toma un cafelito frente al Ayunta-miento.
Tan buen resultado ha dado la idea que la iniciativa de aceptar pesetas, pensada en principio para estas semanas, se prolongará con seguridad hasta después del verano. Lo cierto es que no han sido los primeros. En Narón, un pueblito del interior, se animaron con la misma idea hace un par de años. Pero no llegó a tanto...
En estos tiempos en que la soga aprieta, todo sirve para estirar el cuello y asomar la cabeza en busca de atención, turistas y euros. En Mugardos celebran cada 16 de julio la Festa del Polbo (del pulpo, del pulpo...) y en Narón han instituido hasta concursos de camelias, las hermosas flores que colorean, brillantes y perfectas, estas tierras de Galicia, ya primaverales.
«La crisis y la receptividad mediática nos han servido de mucho. Después nos echó una mano la BBC, llamándonos insumisos del euro», resume el alcalde Xosé Fernández Barcia, del BNG, emigrante en Montreal, veterano de mil batallas y rendido admirador de Xosé Manuel Beiras.
Fue, como sucede tantas veces en el oficio más viejo del mundo, una visión sesgada que presentó a las gentes de Mugardos como resistentes a la moneda única europea, una especie de emboscados monetarios ante la autoridad del Banco Central Europeo de Jean-Claude Trichet. Quiá.
«Nos ha salido una campaña turística del carallo sin haberlo pensado», se alegra el alcalde.
La fortuna del muerto
Fue una gran sorpresa. Pero no ha sido la única. Juan Higinio Rey suspira cuando enseña el billete azulón de 10.000 pesetas que custodia detrás de su repleto mostrador, escoltado por herrajes, colas de contacto, tazas para el Ribeiro y tornillería variada. El billete casi viene del otro mundo: apareció, bien plegadito, en el bolsillo interior del traje de un muerto. Como lo oyen. «Un vecino se puso a limpiar la casa. Abrieron los armarios y vieron el traje. Lo cachearon y encontraron un billete de 10.000 pesetas. Este», y lo enseña, ufano, como una vieja reliquia.
Con las 10.000 pesetas, el inopinado propietario se compró una sandwichera, una Ufesa Beria de 23 euros. Y, además, se llevó los euros de la vuelta para casa.
Alba Maizoso, Sergio Vila y Pablo Berciano, tres chavales de 14 años, ponen los ojos como platos mientras sostienen entre sus dedos billetes de 100 y 200 pesetas, tan naïfs con sus tintas de color tierra y los rostros severos de Manuel de Falla y Leopoldo Alas, el genial escritor de 'La Regenta'. Es como si tuvieran en sus manos un meteorito o una lagartija de siete colas. María Tenrreiro Eiris, la esposa del ferretero Juan Higinio, les pasa también billetes de 500 y de 1.000.
Los chavales resoplan. Pablo, constructor de mómaros (gigantes) de Carnaval, se queda impresionado. Promete coleccionarlos. «Lo poco que valían estos billetes», suspira. «Son un poco raros comparados con los de ahora», apunta Alba Maizoso.
En la ferretería han acumulado «unas 26.000 pesetas y los sueltos», pero Mugardos está lleno de pequeñas sumas en pesetas. Los coleccionistas de media España ya les han llamado para hacerse con estos pequeños tesoros.
Irene Permuy y Almudena Fornos le echan humor al asunto, menos mal. En el supermercado Dia % se les presentó la semana pasada una pareja vestida de negro con ¡¡¡25.000 pesetas!!! en chatarra cargada en una bolsa de zapatos. Pagaron la compra y nuestras chicas tuvieron que separar y contar la morralla, pieza a pieza.
«Me dijeron que se les fue quedando en los cajones. ¡Lo que les tenía que pesar la mesilla!», se ríe con sus ojazos verdes Almudena. «Mire, con un billete como este, de 2.000 pesetas, me compré mi primera cazadora vaquera en Ferrol. Era una fortuna», señala.
El castillo de Tejero
Mugardos tiene su aquel. Para los nostálgicos de las pesetas, es como retroceder en el tiempo. Para los amantes del 'antiguo régimen', aquí al lado se encuentra el castillo de La Palma, donde cumplió condena el golpista Tejero. Enfrente, el castillo de San Felipe y, en lo alto, la antigua batería costera de 'La Bailadora', con unas vistas sin precio sobre la ría de Ferrol. Está la playa de la Bestarruza, y, también, la planta gasificadora de Reganosa. «Tenemos un 10% de paro, amigo», cabecea el alcalde. «Aquí se pudo rodar 'Los lunes al sol' porque tenemos los mismos problemas y hasta la misma lancha que en la película. Nos jodieron un poco. Pero la verdad, si no fuera por el euro andaríamos como en Argentina, con el corralito. La culpa no la tiene el euro, no. Son los bancos, los buitres esos... Aquí -dice el alcalde- todavía echan la culpa a los zapatos, pero son los botines».
El Banco de España estima que en nuestro país quedan por retirar nada menos que 1.721 millones de euros en pesetas (908 en billetes y 813 en monedas). Según sus cálculos, esta cifra representa un 3,5% del saldo total en circulación a 31 de diciembre de 2001, que ascendía a 48.750 millones de euros. Los datos también concluyen que casi una de cada tres pesetas en monedas sigue en manos privadas.
Fuentes del Banco de España entienden que buena parte de esas monedas están en manos de extranjeros (turistas que se las llevaron como recuerdo a sus países después de las vacaciones) o forman parte de las pequeñas remesas que cada familia conserva, bien por pereza de acudir a cambiarlas o como vestigio de una moneda extinta, un recuerdo del pasado.
De todas formas, el Banco de España seguirá cambiando de forma indefinida a los ciudadanos sus monedas y billetes de peseta por euros en las delegaciones que la autoridad monetaria posee en las capitales españolas.
¿Qué sucede con los billetes y monedas que se retiran? Dejando de lado aquellas piezas con cierto valor numismático, cada billete recogido es verificado. Tras comprobarse su autenticidad, son destruidos y sus restos compactados en briquetas por máquinas trituradoras. No pueden ser quemados, ya que las tintas liberarían sustancias químicas nocivas. El Banco de España reconoce quince centros para el tratamiento de estos billetes que son enterrados en un vertedero autorizado.
Las monedas son troceadas y fundidas en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Los distintos metales que las componen (níquel, cobre...) se disponen en lingotes que se venden a empresas metalúrgicas para fabricar hélices de barco, barriles de cerveza...
El canje de antiguos billetes y monedas se realizó con celeridad desde el primer momento: el 28 de febrero de 2002, fecha en que acabó la coexistencia entre euros y pesetas, se habían retirado 42.000 millones de euros (el 86% del saldo en circulación a finales de 2001). La peseta, 'la rubia', 'la pela', había sido la moneda de curso legal en España desde el 19 de octubre de 1868.