Marea alta en el PSOE de Cádiz
Actualizado: GuardarSe formó el pollo. Con tomates. Un almuerzo en Madrid entre el arquitecto Manuel González Fustegueras, Francisco González Cabaña, Luis Pizarro y Manuel Chaves ha subido la marea en el seno del PSOE de Andalucía, en un nuevo pulso entre la ejecutiva provincial y la regional, como inesperado colofón a los actos del Día de la Provincia. A Chaves, a la sazón no sólo vicepresidente del Gobierno sino presidente del PSOE, no sólo le preocupa Jerez y Cádiz, sino Andalucía. Inquieto, recibe emisarios en la capital del reino, mientras su sucesor encaja un gol del Constitucional por lo del Guadalquivir: como ocurriera en su momento con la expropiación de Cajasur a favor de BBK, nadie ha movido ficha para explicar a sus señorías que el río no desemboca en Villanueva de la Serena sino en Sanlúcar de Barrameda.
Agua alta, de momento. Los científicos auguran profunda bajamar de votos. Y aunque, de momento, no hay riesgos de tsunami, mucho cuidado con las ahogadillas. Las declaraciones cruzadas, las interpretaciones sesgadas y los pellizcos en las bullas pueden provocar una guerra de la que nadie saldrá electoralmente vivo. De entrada, la campaña socialista para las elecciones municipales en Jerez parece haber sido bombardeada por la aviación de Gaddafi.
El diluvio le pilló a Noé justo la misma semana en que el PSOE podía haber sacado pecho por la condena por prevaricación del ex alcalde linense Juan Carlos Juárez. Ya saben, aquel tipo que vino de Mahadahonda a salvar a los linenses, los linenses se dejaron salvar y acabó saldando su patrimonio. Echó los dientes con el GIL y afiló los colmillos con el PP. Acaban de empapelarle por beneficiar a una empresa privada, Roseworld, a la que vendió unos terrenos públicos por menos dinero del que ofrecían otras. Los tribunales, eso sí, no le han emplumado por cohecho porque no consta que se beneficiase por dicha operación: ergo, sin duda, lo hizo por amor al arte. Los socialistas gaditanos, y el mismo González Cabaña lo ha intentado, podían haberse hinchado a titulares hasta distraer a Javier Arenas por el fuego graneado sobre los ERE. Pero los socialistas, gaditanos o no, estaban demasiado entretenidos bombardeándose a sí mismos, sin tener tiempo siquiera para hacerse tirabuzones. Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros, puede leerse ahora bajo el yunque y las plumas de Pablo Iglesias.
Al paso que vamos, lo mismo nos ahorramos las elecciones del 22 de mayo. Los electores podemos firmar la hoja de asistencia a clase y regalarle al PP un viaje de mayorías absolutas.
En Cádiz y en Andalucía se está escribiendo el perfecto manual para perder unos comicios. Paco González Cabaña tiene razón en cuanto a su interpretación de los estatutos del partido. Pero lo peor de tener la razón es que se puede perder a las primeras de cambio. La razón, los papeles y las elecciones. Canasta de tres puntos.
Fue él quien propuso como candidato a la alcaldía a Manolo González Fustegueras, el arquitecto, el ideólogo, el artífice del milagro urbanístico de Jerez, «Una operación política de este calado nunca la abordaría por mi cuenta y riesgo –declaró-. He hecho aquello en lo que creía y lo he hecho con el consentimiento, conocimiento y autorización de quien tiene la responsabilidad de decidir, la comisión ejecutiva federal. Aprobar la candidatura no es competencia de la comisión ejecutiva regional».
Chapó. El problema estribaba y estriba en que puede ganarle el pulso a su compañero Pepe –Griñán-, pero no al PP, cuyas milicias están dispuestas a tomar casa por casa. El presidente y secretario general del PSOE de Andalucía admite que se le sugirió que González Fustegueras podía acompañar en la lista a Pilar Sánchez pero no sustituirla. Antiguamente –hace un par de años sin ir más lejos--, estas diferencias las dirimían los socialistas a puerta cerrada. Ahora pasan del Gran Hermano a Sálvame con más frecuencia que Mariano Rajoy.
«Siendo competencia, según las normas del partido, de la comisión ejecutiva provincial, parece haberse decretado un Estado de excepción con la candidatura de Jerez por parte de la comisión ejecutiva regional», machacó el viernes el presidente de la Diputación y alcalde de Benalup. Se habría privado al PSOE de Cádiz «de su derecho estatutario a convocar la asamblea de Jerez para la aprobación de la lista».
Estado de excepción, denuncia. Estado de coma, predicen. Cierto es que los detractores de Pilar Sánchez pueden caricaturizarla como la Bruja Avería, pero parece que sus compañeros se han tomado más interés en desmontar su mayoría absoluta de hace cuatro años que la de Teófila Martínez en la capital. La generación de González Cabaña creció con los dibujos animados de Bugs Bunny. Correcaminos ha cogido un serrucho, ha aserrado la tribuna electoral de la alcaldesa jerezana pero se encoge de hombros, rinde homenaje a Pilatos, se lava las manos y dice que toda la culpa será del conejo de la suerte. Entre todos mataron las expectativas electorales del PSOE, pero que a él le den de baja en el papel de villano, que no va a entrometerse más, dicho sea de paso justo dos meses antes de la fecha prevista para el desastre.
En este perfecto homenaje al surrealismo, todavía puede ocurrir que, en el jubileo localista que nos aflige, los jerezanos se sientan agredidos por la capital y piensen que Cádiz está intentando meterse en jurisdicción ajena. Por esa regla de tres, capitalizaría el agravio Pedro Pacheco, muyaidín de la jerezanía. Pleamar de torpezas, ¿quién se erigirá en mayo como campeón o campeona de los restos del naufragio?