EL RAYO VERDE

INCERTIDUMBRES

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Ya queda un día menos de la cuenta atrás para que se celebre el 200 aniversario de la proclamación de la Constitución de Cádiz. Si el impulso que la fecha debía proporcionar a la ciudad y la provincia era necesario cuando se planteó, ahora se vuelve crucial. Los tiempos están cambiando, a peor, y torcer su mala deriva es una cuestión perentoria. También lo es adopar una perspectiva que remueva el pesimismo y el miedo que se ha instalado en la sociedad, en una época que parece diseñada por Murphy, porque se cumple sin tregua su ley de que «si algo puede ir mal, irá mal».

Los fastos, los discursos y los disfraces no ocultan dónde estamos: en la provincia con el mayor paro de España, que además ve cómo se agranda su diferencial con la media europea. Aunque la tasa de crecimiento de la economía gaditana repunta, y se sitúa entre el 0,8 y el 1,3% del PIB, según distintos observatorios y servicios de estudios, la tragedia humana del desempleo deja en ridículo cualquier avance que se obtenga. Las esperanzas de solución se centran en el sector agrario, aunque amenazadas por la política agraria común, y en el turismo, donde se abre la posibilidad de beneficiarse de los problemas de inestabilidad en otros destinos, sobre todo en los países árabes.

La caída en más de un 20% del consumo eléctrico en la provincia habla bien a las claras de la pérdida de actividad empresarial. En el sector industrial se atisba una esperanza, con los nuevos encargos para Navantia, Airbus y Dragados Offshore. La participación en la operación contra Gadafi puede abrir unas vías de colaboración con EE.UU que deberían traducirse en los ansiados contratos entre los astilleros y la VI Flota.

Los indicios, también en Cádiz, de una recuperación del consumo y de los impuestos ligados a éste y a la actividad mercantil pueden apagarse de manera drástica por la crisis energética, a la que la catástrofe nuclear de Japón añade un nuevo dramatismo. El precio del petróleo también frenará, si no hay remedio, el repunte en la venta de vehículo de transportes e incluso la recuperación de las exportaciones que registra la provincia. Estamos en una economía globalizada, cualquier aleteo de mariposa repercute, y nos domina la misma incertidumbre: hoy parece que el BCE sube los tipos, mañana dice lo contrario. Mientras, el sistema financiero tiene con urgencia que sanearse y reconvertirse para que fluya el crédito y se cimente la recuperación.

Se dispara la tasa de morosidad y la deuda de las administraciones, que llevan a la asfixia a las empresas por sus impagos. Con una caída drástica de la inversión pública y privada, no hay demasiadas razones para esperar que 2011 vea el comienzo, consistente y fidedigno, de la recuperación por estos pagos.

La política, entre tanto, se muestra envuelta en crisis de poder interno, en procesos por corrupción, falta de credibilidad y de soluciones. Habrá que volver a La Pepa para recordarles que «el objeto del Gobierno es la felicidad de la nación». Para que no lo olvide.