Los policías: «Temíamos por la vida de Rafael y que fuera eliminado»
El grupo especial de la Udev que liberó al empresario destaca que los secuestradores «eran profesionales»
CÁDIZ. Actualizado: GuardarSentados en el banquillo de la Audiencia, los ocho acusados de haber secuestrado al empresario sanluqueño Rafael Ávila no tienen pinta de ser una banda de secuestradores profesionales. Más bien lo opuesto, la primera impresión es la de una grupo de aficionados que ha realizado un secuestro cutre. Tanto, que mantuvo a su rehén en las peores condiciones.
Sin embargo, ayer, los miembros del Grupo de Secuestros y Extorsiones de la Udev Central -la unidad de élite de la Policía en estos asuntos-, que liberó al empresario, manifestaron todo lo contrario : «Es la organización más seria que hemos investigado», explicó al tribunal uno de los agentes, que destacó el caso de Rafael Ávila como «uno de los más importantes» que habían tenido entre manos.
Ya en su día la Policía consideró este secuestro como el más largo de tipo económico realizado en nuestro país (16 días), pero ayer también lo calificaron como uno de los más cruentos. «Temíamos por la vida del rehén; si [Rafael] veía a sus captores, podía ser eliminado», reconocieron ayer. Los agentes, que declararon como testigos en la cuarta sesión el juicio, explicaron algunos detalles de esa «profesionalidad»: por ejemplo, que usaran distorsionadores de voz al llamar a la familia.
El «kit del secuestrador»
De hecho, «es la primera vez que lo vemos usar», afirmó el instructor del caso, que también destacó el hecho de que los secuestradores hablaran en clave o que tuvieran planeadas sus llamadas de extorsión con guiones y esquemas. «Era inusitado, trabajaban como nuestros negociadores», aseguró este jefe de grupo, que describió el «kit del secuestrador» -como él lo llamó- que se encontró en el chalé: desde pistolas a 'sprays', esposas, pelucas y hasta placas de Policía falsas.
Los agentes también explicaron los pasos que dieron para llegar hasta Pueyo y los suyos. Si bien, algunos métodos de la investigación fueron aclarados sólo a medias, para evitar que los acusados conocieran sus fallos. Según el instructor del caso, el punto de inflexión fue el día 12 de junio, cuando se sorprendió a Miguel R. S. (hijo de Pueyo) en una cabina de Madrid hablando con el mediador de la familia. Ese día 200 agentes participaron en el dispositivo, que permitió llegar a la cabina en pocos minutos una vez que se localizó la llamada. A partir de su seguimiento con el uso del sistema Sitel, se logró posicionar los móviles a los que solía llamar. Entre otros, los de Raúl Brey y Antonio Giles. Así se supo que Ávila estaba en Almonte. Tras un día de vigilancia en torno al chalé, el 18 de junio decidieron actuar y liberaron al empresario.