Tumores en directo
El cáncer ha salido de la consulta y ahora se televisa y se traslada al ámbito de lo público
Actualizado: GuardarEl drama íntimo que sacude las cuadernas del alma cuando un facultativo describe con precisión al paciente las características del tumor maligno que ha localizado tras una profesional biopsia solo lo pueden describir quienes lo han padecido en cuerpo mortal. Pero también dicen quienes han logrado atravesar el amenazador puente de lianas tendido sobre el abismo entre una y otra orilla del cáncer que nada es comparable al estado de pánico en que entra un enfermo en vísperas del primer control. El sudor corre gélido por la espina dorsal mientras la musculatura se tensa y se afloja como gomaespuma incapaz de sostener el chasis solidificado por el miedo.
Muchos desinformados sostienen que la valentía y el coraje de los enfermos ante el diagnóstico dañino se acredita en el minuto uno del largo camino con destino desconocido que los dolientes emprenden un día. Los que han visto de cerca el pérfido y traicionero rostro del carcoma saben que solo es el principio del calvario y que la fuerza interior que sostiene a los valientes contra el dolor, la anemia, la calvicie, la desesperanza, se va multiplicando para enfrentarse a los meandros del mal. Lo más despiadado del suplicio que representa la lucha contra la muerte, contra la duda, contra la incertidumbre es el temor a revivir los dolores ya pasados, los miedos ya superados. Lo que roza lo insoportable son las largas horas de soledad esperando el diagnóstico como una lotería fatal. Nadie quiere preguntarse sobre lo irremediable pero el lastre de lo incierto impide respirar con normalidad y contemplar el horizonte detrás del papel pintado. Pero el cáncer ha salido de la consulta de los médicos y ahora se televisa en directo un tumor de mama que ha prendido en una mujer porque se dedica a la política.
Durante años muchos enfermos morían cuando la metástasis anidaba en sus centros vitales sin saber que aquel mal que les consumía sin avisar tenía un nombre tan sombrío. Se pensaba que la ignorancia aliviaba el dolor. Y probablemente no era cierto. Pero la necesidad de vencer el tabú de la peste moderna animó a los más valientes a salir del armario tumoral a enfrentarse con su destino en la intimidad de la alcoba pero también en la calle. Ahora, después de que deportistas, políticos y actores convoquen a los micrófonos y las cámaras para dar en directo la primicia podría llegar a evaluarse el coraje de la gente de a pie por su destape tumoral. Y no sería justo. La clase política tiene una reglas que le supeditan y le obligan ante el público y sus votantes. Pero el hombre del traje gris tiene derecho a llevar la batalla íntima por la vida con sus propias reglas. La medalla al valor se la pone y se la quita cada día según evolucione su pulso con el mal. Y no necesita publico ni cámaras.