Edificios flexibles como el bambú y fuertes como el acero
La estricta normativa de construcción ha salvado miles de vidas, pero un seísmo como el del viernes con su epicentro en Tokio devastaría la capital
SHANGHAIActualizado:A primera vista, las calles de los barrios residenciales de las principales ciudades de Japón parecen una chapuza propia de los colegas de Pepe Gotera y Otilio. Los cables de la electricidad cuelgan a ambos lados de la calle como un interminable rollo de fideos y los edificios de dos o tres alturas que deberían estar adosados tienen en realidad un hueco entre sí que muchos japoneses aprovechan para adornar con macetas. Ni siquiera la acera está siempre a la misma altura. Pero todo tiene su razón de ser.
Ningún otro país del planeta está mejor preparado para hacer frente a un terremoto. Después del seísmo que barrió Kobe en 1995, el país del Sol Naciente decidió liderar el sector de la tecnología sísmica y vaya si lo ha conseguido. El maremoto que el pasado viernes azotó el noreste del país, y cuyo epicentro se situó a unos 380 kilómetros de Tokio, demostró que la Tierra tiene que emplearse a fondo para provocar siquiera un rasguño a las construcciones de la ciudad más poblada del mundo. Los edificios se balancearon como si fuesen árboles azotados por el viento, un comportamiento correcto que impidió que ninguna estructura de importancia se viniera abajo y salvó cientos de miles de vidas. Se estima que el 75% de los edificios japoneses pueden resistir un movimiento telúrico.
El porqué hay que buscarlo en la estricta regulación que rige las construcciones del país, que han de ser diseñadas para afrontar con éxito un movimiento de fuerza 7,5 en la escala de Richter que, en realidad, el margen de seguridad eleva a 8. "Para conseguirlo se llevan a cabo cálculos muy complejos que tienen en cuenta el terreno sobre el que se edificará y el diseño de la obra. Generalmente, Japón cuenta con un suelo apropiado, de roca", explica Álvaro Leonardo Pérez, arquitecto y asesor de estructuras de Polifactory, un estudio de arquitectura y diseño de Shanghai, la capital económica de China y otra megalópolis que vive bajo la amenaza constante de los terremotos.
"Para empezar, es importante que haya holgura entre las construcciones, porque el movimiento podría provocar el choque de los edificios". De ahí el espacio que los separa. "Y es importante que el diseño sea lo más simétrico posible y de forma piramidal, un hecho que provoca que el 'skyline' de ciudades como Tokio aparezca repleto de cubos similares que responden muy bien al movimiento dinámico". Además, las zapatas de la cimentación han de estar unidas. Todo para que el edificio tenga la flexibilidad suficiente como para balancearse y la consistencia necesaria para que no caiga.
Lógicamente, la calidad de los materiales resulta fundamental. "Muchas veces en la obra no se cumplen los estándares establecidos en el papel. Pero los japoneses hacen todo estrictamente bien y eso se demuestra en situaciones límite como la vivida el pasado viernes", asegura Pérez.
Según diferentes analistas, el mismo temblor en Shanghai podría haber tenido consecuencias catastróficas, porque el propio Buró de Industria descubrió que más de la mitad del acero utilizado en los rascacielos que representan el auge económico de China era de calidad inferior a la necesaria. "En cualquier otro país, la mitad de los edificios se habrían derrumbado", asegura Pérez.
"Extremadamente caro"
En España, las zonas de mayor actividad sísmica se encuentran en Murcia y Alicante, y la regulación contempla que toda construcción esté preparada. No obstante, las normas se redactan en base a experiencias previas. "Aprendemos de las tragedias", asegura Pérez.
"Hacer que un edificio resista un terremoto es extremadamente caro, por eso, para decidir la fuerza a la que tiene que hacer frente con éxito, se tiene en cuenta la probabilidad de un seísmo en esa localización", explica el arquitecto de Polifactory. Así, si se cumplen las predicciones que apuntan a un gran terremoto en Tokio de aquí a tres décadas, la mayoría de las construcciones no resistirán el envite. De hecho, el maremoto del viernes, cuya fuerza se ha revisado al alza hasta 9, hubiese causado una descomunal tragedia si su epicentro se hubiese encontrado cerca de la capital.
"El hormigón armado, por supuesto, es la base que luego se refuerza con perfiles metálicos", añade Pérez en referencia a los elementos que dan consistencia al edificio. Los japoneses, además, han desarrollado sistemas propios que incluyen pilares con teflón, paredes deslizantes y elementos que absorben los choques. Pero nada es suficiente para detener un tsunami. "Esa es una carga lateral, como la de los aviones que derribaron las torres gemelas de Nueva York", analiza Pérez. "Sólo la construcción de diques puede minimizar su impacto y eso, obviamente, tiene un coste al que nadie puede hacer frente".