Gerard Piqué despeja un balón en presencia de Álvaro Negredo. :: REUTERS
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El Barça se permite un tropiezo

Pérez Lasa no dejó contento a nadie al fallar en tres jugadas muy polémicas

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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Llegaba el Barça al Sánchez Pizjuán con cuatro puntos más que el Real Madrid. Era el estadio donde peor lo había pasado la pasada temporada Pep Guardiola. Y le volvió a ocurrir. Por momentos su equipo estuvo de nuevo con siete puntos de ventaja sobre los blancos, pero la diferencia pudo llegar a reducirse a cuatro, y al final se quedó en cinco, gracias al empate con que se saldó un partido vibrante hasta el pitido final. En los últimos minutos hubo un remate al larguero de Iniesta y un balón bajo palos sacado por Medel a otro disparo del manchego, cuando el Barcelona estaba totalmente volcado.

Comenzó con las ideas claras el Sevilla, plasmando desde primera hora el planteamiento de Manzano. El técnico jienense decidió aplicar el viejo juego de la guardería de cada oveja con su pareja. Puso a Navas con Alves, Zokora con Xavi y Medel con Iniesta. Cada sevillista tenía una función, como Negredo, que tenía que hacer olvidar a Luis Fabiano, recientemente vendido al Sao Paulo. También los 'culés' tenían sus órdenes. Pero estas nunca cambian: controlar la pelota, tocar, tocar y tocar, hasta esperar que se abra el hueco para marcar. Así ocurrió. Aunque fue más por desmérito arbitral, que por elegancia blaugrana.

Solo ocho minutos tardó Pérez Lasa en empezar a ser protagonista. Primero pitó en la frontal del área una rigurosa mano de Fazio. La falta la convirtió en gol Messi, pero el colegiado lo anuló por una inexistente falta previa de Busquets. Quizá por la mala conciencia del qué dirán, el árbitro vasco buscó compensar en la siguiente jugada. No vio (o no quiso ver) un penalti de Alves a Zokora, que estaba en disposición de rematar a portería tras un balón parado.

Pero este Barça es como una ola, que diría Rocío Jurado, contra una roca. Por muy dura que sea la muralla del rival, siempre acaban derrumbándola. Esta vez tardó casi media hora en lograrlo. Alves -que se merece cobrar como las estrellas de su club, todo hay que decirlo- fue esta vez el desequilibrante. Rompió como únicamente él sabe el fuero de juego para después regalarle el gol a un necesitado Bojan, que había salido por el lesionado Pedro.

A partir del tanto, la posesión del balón fue aún mayor para los catalanes. Messi terminó con un cabezazo al larguero la primera mitad.

En los vestuarios Manzano se dio cuenta de que sin calidad era imposible lograr algo positivo. Así que sacó a uno de los pocos de ese Sevilla 'top class' que queda, Kanouté. Fue él quien inició nada más reanudarse el encuentro el tanto del empate. Un tacón de Rakitic lo trasformó en un gran pase el maliense, para que Negredo hiciera de 'cartero real' para regalarle un tanto a Navas, que hasta ese momento estaba desaparecido.

Tras poner las tablas, Pérez Lasa sacó a relucir su faceta de mal árbitro, al tomar decisiones erróneas. El colegiado no vio un penalti de Navas a Bojan. La segunda parte era claramente de los sevillistas. A los azulgranas les pesaban las piernas del día del Arsenal. Pero al final, Iniesta quiso hacer una de las suyas, y se topó con el palo. El partido estaba vivo. Y Medel, el mejor del partido, evitó el gol del manchego bajo palos. Ahí acabó todo.