«Ha sido horrible. Tenemos mucho miedo»
La chipionera y el isleño tienen su familia y su trabajo en el país nipón y no se plantean marcharse, pese a la posible crisis nuclear Los gaditanos Isabel Read y Miguel Acosta sufriendo la peor catástrofe natural de Japón
Actualizado:«Fue horrible. Mi coche botaba como si fuera una pelota. Pensé que era una avería y que iba a explotar, pero mi hija gritó que era un terremoto». Son más de la una de la madrugada, ha sido un día muy duro, con muchos instantes de tensión, pero Isabel Read Caraballo es incapaz de pegar ojo. Las réplicas del grave seísmo que asoló Japón el viernes no han cesado en todo el día y ella intenta a duras penas mantener la calma para que sus hijas, Natalia y Alexandra, de tres y ocho años, no se asusten. «¿Miedo? Bastante, porque todo esto es completamente nuevo para mí».
Isabel, chipionera de 37 años vive con su familia en Sagamihara, una ciudad situada unos cuarenta kilómetros de Tokyo donde se mudó hace tres meses por motivos de trabajo. Su marido, de nacionalidad norteamericana, es el gerente de una cadena de tiendas en una base militar asentada en esta zona del país, Camp Zama. «Yo venía de recoger a mi hija del colegio cuando de repente el coche comenzó a moverse de una forma muy brusca. Como es nuevo, pensé que tendría algún desperfecto y puse el freno de mano. Pero era tan violento que creí que iba a explotar y le grité a mi hija que saliera rápidamente del coche».
«No nos planteamos irnos»
Fue la pequeña quien se percató de que aquello que sacudía el vehículo como si fuera de papel era un terremoto. No habían pasado diez minutos, cuando ya en su casa, la tierra volvió a temblar. «Se movía todo. Las lámparas, los cuadros, los cajones de la cómoda... Fueron tres minutos interminables. Los más largos de toda mi vida». A diferencia de Brian, su marido, ella no ha tenido la oportunidad de recibir las nociones básicas para afrontar los terremotos que todos los japoneses conocen. «Es increíble. Todos saben lo que han que hacer. Incluso tienen una maletita preparada con los pasaportes y algo de dinero por lo que pueda pasar». Con respecto a la posible crisis nuclear que se podría desatar por la explosión en la central de Fukushima, a más de trescientos kilómetros de su hogar, su información apunta hacia que todo se encuentra controlado, aunque ese fantasma tampoco termina de desaparecer.
Pero pese a la inquietud permanente y el temor por sus vidas, Isabel no se ha planteado abandonar el país. «Ni siquiera se nos ha pasado por la cabeza. Aunque si quisiéramos tampoco podríamos por el estado en que se encuentran las comunicaciones». Isabel no es la única gaditana que está viviendo la catástrofe natural más devastadora en la historia del país nipón.
«Ha sido impactante»
Varios miles de kilómetros al sur de Tokyo, en Osaka, vive Miguel Acosta, un isleño que se casó con una japonesa y se mudó en abril del año pasado. «Nuestra situación con respecto a Tokyo es como de Cádiz a Barcelona. Por eso sentimos el terremoto de una forma muy débil. Apenas le dimos importancia». No fue hasta instantes después, cuando vieron las imágenes por televisión, cuando asumieron la magnitud de la tragedia. «Hay sido algo tremendamente impactante, todo el mundo habla de lo mismo y eso es una señal significativa, porque aquí están muy acostumbrados a los terremotos. Y algo tan grande ha pillado por sorpresa».
La situación de Miguel dista bastante de la de Isabel, porque las réplicas del seísmo no alcanzan la zona donde vive. «Pero las comunicaciones son muy complicadas. Ahora mismo venimos de una boda y los padres del novio no han podido estar porque les era imposible llegar desde el norte».
Ambos mantienen el contacto con sus seres queridos a través de las redes sociales, en las que han recibido mensajes de apoyo y ánimo para superar estos momentos tan difíciles para los que no se encontraban preparados. «Aquí están muy concienciados, pero hoy el ambiente en las calles estaba enrarecido. Mucho temor en la gente».