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Sociedad

En la red y repicando

El Papa defiende la evangelización a través de la Red, pero su uso todavía despierta algún recelo entre el cleroLa Iglesia refuerza su presencia en Internet

MARIBEL MARTÍNEZ
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Cuando Juan Pablo II vio por primera vez la web de la Santa Sede exclamó: «¡Qué herramienta tan maravillosa para la evangelización!». Corría el año 1995, y aunque la semilla cibernauta apenas había empezado a germinar, el entonces papa supo intuir las enormes posibilidades que la Red tenía para la labor pastoral. Una visión que recogió y asumió Benedicto XVI, quien no dudó en bendecir la puesta en marcha de un canal del Vaticano en Youtube y una página en Facebook. Incluso existe una aplicación para el iPhone con la que se puede seguir con todo detalle la actividad del pontífice. Aunque ha confesado que no es internauta, el Papa insta a sus fieles y sacerdotes a anunciar el Evangelio, incluso a los no creyentes, a través de todos los medios, tanto los tradicionales como los que han surgido con el desarrollo de la tecnología. «Resultan indispensables», ha asegurado en más de una ocasión. No hay que olvidar que la Iglesia ha ido adaptando su mensaje a los medios de comunicación que han ido surgiendo a lo largo de la historia. De hecho, fue la primera institución en utilizar la radio de Marconi para su labor pastoral.

Sin embargo, en los últimos días se han escuchado voces contradictorias que aseguran que en la Iglesia todavía existen recelos en cuanto al uso de la Red y, especialmente de las redes sociales. Su origen está en unas declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid, Antonio Rouco Varela. En ellas, describió Internet como un «poderoso medio de comunicación» que está ayudando a que la libertad llegue a los países árabes, pero que, a su vez, desorienta a la juventud, ya que propicia un «estilo de vida virtual, vacío de relaciones personales». Un miedo del que Benedicto XVI también se ha hecho eco en más de una ocasión. «Sería una pena que nuestro deseo de amistades 'online' deteriore nuestra disponibilidad para la familia, los vecinos y quienes encontramos en nuestra vida cotidiana», se lamentaba en 2009.

«El mensaje que Rouco y el Santo Padre quieren transmitir es el mismo: hay que tener cuidado con la ambicalencia de la Red», defiende el padre Rafael Hernández, capellán universitario y profesor de ética en la Escuela de Asistentes de Dirección de la Universidad de Navarra. «Internet es una excelente herramienta de comunicación, pero te puede llevar a vivir en un mundo virtual. Es necesario que los niños y jóvenes se acostumbren al mundo real», advierte. «La Iglesia no tiene miedo a Internet. Hay muchas más oportunidades que riesgos. Lo único que hacen es señalar los peligros que existen, que son los mismo de la sociedad civil. Nadie demoniza su uso», apunta.

Los clérigos están incorporando las nuevas tecnologías en su quehacer diario, como sucede en el resto de la sociedad. Ahora es posible realizar cursillos matrimoniales 'online', acceder a todos los textos sagrados a través de la web del Vaticano y escuchar pasajes de la Biblia en mp3 cuando sus obligaciones les impiden dedicar el tiempo necesario para orar. Y cada vez se realiza con más normalidad. Eso no quita que la institución de la Iglesia, como muchas instituciones civiles, expresen los miedos por el cambio de costumbres que se está produciendo. La falta de experiencia puede llevar a situaciones de ciberacoso, suplantación de personalidad, estafa, etcétera, a las que la sociedad todavía no está acostumbrada, y sobre las que conviene estar ojo avizor. «La amenaza que existe es que no seamos auténticos en la comunicación», recalca Hernández.

Pasar inadvertidos

Aunque también se producen situaciones que hacen dudar del fondo de las palabras de las autoridades eclesiásticas, como el caso de María Jesús Galán, una monja de clausura que fue expulsada de su convento, el de Santo Domingo el Real, en Toledo. Conocida como 'Sor Internet', la versión oficial de su despido está en un conflicto de envidias con unas religiosas keniatas. Según su entorno, su creciente popularidad en los medios y el hecho de dominar internet y las redes sociales podrían haber molestado a la jerarquías eclesiásticas de Toledo, más favorables a que los religiosos pasen inadvertidos.

Con 1.300 amigos en Facebook y una fuerte presencia online a través de sus blogs, al padre Rafael nunca le han prohibido estar presente en los medios. «He oído las dos versiones (del caso de Sor Internet) y habría que analizar el asunto con datos para saber qué ha pasado realmente, porque la Iglesia no tiene miedo a la notoriedad. Al contrario: nunca pone trabas para difundir la fe cristiana».

Entonces, ¿dónde está el problema? «Es necesaria una formación en el buen uso de las nuevas herramientas, tanto a la sociedad civil como a la eclesiástica», señala el capellán vasco. Según el Papa, es la juventud quién más está percibiendo los cambios que se están produciendo en la sociedad. Una «vasta revolución» que equipara a la industrial, en la que está cambiando cómo nos enfrentamos al mundo. «El peligro de Internet», en palabras de Benedicto XVI, «es llegar a vivir en un mundo paralelo». «Como dijo el crítico cultural George Steiner, está bien escuchar música de un cd, pero también es necesario hacerlo al natural, en vivo. El principal miedo es que las personas pierdan el contacto con la realidad», concluye Hernández.