Rumasa, cuéntame
O la empresa se adapta a las nuevas reglas o será el epílogo de una pirámide con pies de barro
Actualizado:Otro 23-F, el de 1983, con la pana ya en el palacio de la Moncloa y la bodeguilla de González funcionando a toda máquina para recibir a los muchos amigos de la mayoría absoluta, el Gobierno del PSOE expropió el imperio de José María Ruiz Mateos. Una sonrisa calcada al Joker de Batman se heló en el rostro del todopoderoso comprador de empresas, bancos, bodegas, hoteles y Galerías Preciados. La autoridad de Gotham City desamortizó su emporio en una noche y activó, con la verborrea del creador del holding nacido en Jerez retumbando por las cuatro esquinas de un país que entonces devoraba Cambio 16 y los Informativos de Televisión Española, uno de los episodios más señalados de aquella Celtiberia Show. Con la misma pasión con que había comprado docenas de empresas a punto de quiebra y el mismo desinterés por las reglas de lo políticamente correcto con que había operado en el mercado comercial y financiero, Ruiz Mateos se convirtió en Supermán.
Casi treinta años después España asiste melancólica al siguiente capítulo de aquella historia de bancos comprados para financiar el inestable emporio de Rumasa; con la diferencia de que ahora los bancos no son de la familia y sus accionistas, que están tiesos y no firman créditos. Como entonces en Moncloa vive un socialista; el petróleo se disparaba y el paro también. Por entonces los mentideros madrileños, convalecientes todavía de las conspiraciones golpistas, ya habían pronosticado meses antes que lo de Rumasa iba muy mal. Veintiocho años después los mentideros se consultan en los confidenciales pero los negros rumores sobre los pagarés de Nueva Rumasa hacía meses que se cruzaban por la Red. Ahora los vástagos de la numerosa prole del fundador del conglomerado pueden dormir en uno de sus hoteles, desayunarse un yogur marca de la casa, tomarse una copa en Zoilo y de postre, flan Dhul. Pero se han hecho mayores y arropan al jefe del clan, que ya no necesita presentarse a eurodiputado para tener publicidad gratuita en la tele. Podría comprarse a buen precio una TDT pero curiosamente en el afán expansionista y diversificador de Ruiz Mateos nunca entraron los medios. Ahí le falló el olfato. Es que don José María ha pretendido seguir haciendo negocios como en tiempos de la autarquía aunque ahora tenga ingenieros fiscales que le facilitan direcciones de paraísos impositivos. Pero él se aferra a su intuición y su familia como un agente comercial se aferraba en aquellos años a su maleta de muestras. Pero los tiempos han cambiado mucho. Los representantes de antaño que se dejaban la piel y el resuello por los mostradores de las tiendas de ultramarinos que vendían zapatillas y bacalao ahora viajan con portátil y trajes de Emidio Tucci. Y la Nueva Rumasa o se adapta a las nuevas reglas del mercado o será el epílogo de una pirámide con pies de barro.