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Editorial

Resistencia libia

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Está claro que, militarmente improvisada, la magna rebelión social del pueblo libio no puede triunfar en primera instancia. Pero también que el poder no puede recuperar la gran parte del país que ha perdido, empezando por todo el este, con Bengasi en cabeza. Las tablas que se registran sobre el terreno no prefiguran necesariamente una derrota de la valerosa insurrección. Medios profesionales así lo creen y prevén que los medios del gobierno se irán deteriorando, sus aviones y sus tanques, viejos modelos soviéticos, estarán pronto fuera de servicio, faltos de repuestos y mantenimiento. Y el aislamiento internacional del régimen, total a estas horas, no se aliviará. Gadafi venderá cara su derrota, pero tiene poco menos que imposible lograr la victoria. No hay, ni puede haber, consenso entre las potencias para montar una expedición militar internacional ni acuerdo en la ONU y muchos grandes estados, por razones varias, no favorecen ninguna intervención sobre el terreno. Pero sí cumplen con su deber: aislar al régimen, congelar sus cuentas, imposibilitar los viajes al extranjero de sus jefes, movilizar al TPI. Y eso es tomar partido por la rebelión mientras el poder agota sus municiones.