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Un grupo de rebeldes rodea un helicóptero ambulancia fuera de uso cerca del arsenal militar de Wadi Gatara. :: MIKEL AYESTARAN
MUNDO

Misiles en manos peligrosas

MIKEL AYESTARAN
RASHMA.Actualizado:

Cientos de personas caminan entre las cenizas y escombros del arsenal militar de Wadi Gatara, situado a apenas treinta kilómetros de Bengasi. Recogen del suelo que parece servible y lo guardan en bolsillos, bolsas o camionetas, en función del tamaño del trofeo. «Se lo vamos a entregar al Ejército», repiten una y otra vez cuando se les interroga sobre el futuro de las piezas y municiones. Mientras los bomberos se esfuerzan en sofocar las últimas llamas y un grupo de médicos busca restos humanos frente a lo que fue uno de los almacenes principales un hombre vestido de uniforme recopila piezas de un SA-7. Solo logra hacerse con el mecanismo de disparo de este temible misil de tierra-aire (cuyas siglas en inglés son SAM) que desde la caída del régimen de Gadafi al este de Libia se puede ver en manos del ejército rebelde. Le faltan las otras dos piezas que lo hacen operativo, pero no parece importarle demasiado y sale rápido con su botín.

«Si no está bien montado no puede usarse y la verdad es que la mayor parte de los que hemos visto están incompletos, la gente se limita a lucir los tubos de lanzamiento a modo de trofeo, pero no pueden usarlos», asegura el director de emergencia de Human Rights Watch (HRW), Peter Bouckaert, quien alerta que «las agencias de inteligencia occidentales están muy atentas a estos equipos por el alto riesgo de que vayan a parar a grupos terroristas. Esta es su arma preferida, sobre todo para la insurgencia en Irak y Afganistán».

Fácil de transportar

Los expertos en armamento destacan que «dado su tamaño (menos de metro y medio de largo) y peso (roza los tres kilogramos) es fácilmente transportable, ligera y además puede abatir un avión o un helicóptero a cuatro kilómetros de distancia».

El sargento en la reserva Ali Mustafa ha sido uno de los primeros en acudir a Wadi Gatara. Responsable durante 34 años del mantenimiento de los arsenales del Ejército libio lamenta que «hace tiempo avisé de la necesidad de cambiar de lugar los equipos más valiosos». Algunos de sus hombres se acercan con piezas y municiones para preguntarle su posible uso y las van depositando a sus pies. «Libia compró hace muchos años equipos Strela a Rusia, la OTAN los llama SA-7. El problema es que la gente robó muchas unidades los primeros días, están fuera de nuestro control y no sabemos si los están llevando al frente o no», asegura este exmilitar preocupado por la gran pérdida sufrida tras un ataque aéreo que «ha golpeado en los dos más valiosos almacenes de armas que tenemos».