Submarinistas
Actualizado: GuardarNo es que haya aumentado el porcentaje de caraduras, es que el parcial descubrimiento del fraude masivo les obliga a dar la cara. Las ayudas al empleo de la Unión Europea han contribuido notablemente a la lucha contra el paro colocando a la gente que no había trabajado nunca. ¿Cómo rechazar un contrato exprés si no les ofrecían ningún otro en el mostrador, ni sólo, ni con leche, buena o mala, del partido dueño del establecimiento? Muchos andaluces se han tenido que conformar con lo que no tenían: ni tierra ni libertad. Y ahora que son libres para denunciar lo que llaman «irregularidades», lo que parece que conviene es echarle tierra al asunto. Crecen los casos de beneficiarios ilegítimos por expedientes de regulación de empleo, del mismo modo que en los accidentes ferroviarios aumenta el número de muertos a medida que fallecen los heridos de mayor gravedad. El tren de la sociedad del bienestar ha descarrilado. Sálvese el que pueda apearse en marcha, porque quedan tramos más peligrosos todavía. El presidente del Banco Central Europeo profetiza un alza del precio del dinero el mes que viene. En abril, parados mil, porque esto no hay quien lo detenga. El dinero se ha convertido en el hombre invisible y a sus adoradores les basta con erigirle una estatua transparente, sólo con el pedestal. Por suerte aún nos queda la fiel infantería acuática de los que trabajan por su cuenta y por lo tanto no tienen que presentarlas a la Hacienda Pública. Un laborioso estudio de un grupo de profesores de la Universidad Rey Juan Carlos sitúa la economía en el 17% del PIB. Los submarinistas están impidiendo que haya revueltas sociales, a pesar de tener el agua al cuello. Son los únicos que no ahorran energías y siguen nadando contra corriente. Si Hacienda pudiera recaudar por esas actividades clandestinas pagaríamos menos quienes no podemos omitir las nuestras. Es justo darles las gracias por los servicios ocultados.