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LUZ, MENOS LUZ

MANUEL ALCÁNTARA
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Hay que echarse a temblar cada vez que a los señores que nos desgobiernan se les ocurren nuevas ideas. Al revés que en las historietas del TBO, que dibujaban sobre las cabezas una bombilla, ellos ven la solución en apagarlas. Los supervivientes tendrán que vivir a oscuras, como en la noche de los tiempos, donde no se veía ni torta. El ministro de Industria, que se resiente de la falta de industriales, le ha propuesto a las Autonomías reducir en más de un tercio el uso de coches oficiales y cerrar a media tarde los servicios de la Administración, ya que queda muy poco que administrar. Son medidas de ahorro energético, compatibles con el escándalo de las prejubilaciones falsas. ¿Qué podemos pensar algunos de los que nacimos en el primer tercio del siglo pasado y seguimos trabajando diariamente de los granujas acogidos al fondo de reptiles que siguen cobrando todos los meses en concepto de indemnización por despido? Demasiada paciencia tienen los parados, quizá porque son muchos -vamos en camino de los cinco millones- y a poco que aporte cada uno puede reunirse una gran cantidad. Consiste en llevar sin perturbación del ánimo toda clase de infortunios, pero su ejercicio le está vedado a los que no los padecen.

Para consolar a quienes no tienen más remedio que procurar sobrellevarla se aconseja hacerse cargo de los tiempos que corren y correr menos con los coches. Hay que ahorrar del dinero que nos falta. Por eso es conveniente cerrar las oficinas antes y ofrecer un Plan Renove de neumáticos para gastar menos combustible con neumáticos nuevos. Estas estrategias de ahorro suelen anteceder a otras de mayor calado. Cuando nos leen la cartilla de la austeridad suele venir después la Cartilla de Racionamiento, ese libro que fue 'best seller' en mi infancia. No vamos a tener más remedio que ser sobrios, por muy escasa afición que tengamos a la escasez. Hay que hacer de la necedad del Gobierno virtud.