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José Luis Rodríguez Zapatero conversa con el nuevo primer ministro de Túnez, Beyi Said Essebsi, en la reunión que mantuvieron ayer. :: EFE
ESPAÑA

Zapatero quiere poner a España «al frente» de la democratización en el Magreb

Afirma, con la mirada puesta en Marruecos y Argelia, que el respaldo no puede ser una injerencia en los asuntos internos de los países

PAULA DE LAS HERAS
TÚNEZ.Actualizado:

José Luis Rodríguez Zapatero se pondrá a la cabeza de quienes apoyen la ola de cambio en el mundo árabe, pero con matices. El presidente del Gobierno defendió ayer en Túnez que el mundo se encuentra ante un «momento histórico» equiparable al que se abrió tras la caída del muro de Berlín en Europa del Este y aseguró que España se mojará sin pudor. «A diferencia de otros momentos, en los que no pudimos estar por nuestras propias circunstancias internas, España estará ahora al frente para consolidar las aspiraciones de los pueblos, del Magreb y del mundo árabe», dijo. ¿De todos? Aparentemente, solo de los que logren derrocar por sí mismos a sus dictadores.

El jefe del Ejecutivo se mostró convencido de que lo ocurrido en Túnez servirá para espolear las conciencias en los países del entorno como ya ha ocurrido en Egipto y, con menos éxito en Libia, pero en los casos de Marruecos y Argelia, países con los que España mantiene una relación más estrecha, se mostró cauto. «El papel de Europa debe ser empujar y estimular allí donde la sociedad promueva cambios democráticos, apoyarles y darles todo el impulso, pero creo que nadie debe hablar en nombre de otros países -puntualizó- y nadie debe interpretar que actuamos con una voluntad de injerencia».

Pocas veces se ha visto Zapatero obligado a hacer un malabarismo diplomático tan evidente. En tres días, ha pasado de reunirse en Catar y Emiratos Árabes con las monarquías absolutas del Golfo Pérsico para defender los intereses económicos españoles y recabar apoyo para las cajas de ahorros, a ofrecer a los tunecinos sus recetas para la articulación de un auténtico estado democrático. Consejos entre los que destacó, sobre todo, uno: «Por favor -dijo a los representantes de la sociedad civil tunecina en un almuerzo- mantengan ustedes la aconfesionalidad del Estado; es lo que hace las democracias más auténticas y duraderas».

Aunque se mostró convencido de que el proceso de transición tunecino llegará a buen puerto, el jefe del Ejecutivo admitió en su comparecencia ante los medios de comunicación el temor a que el fundamentalismo islámico gane posiciones en aquellos países del Magreb que han conseguido derrocar a sus dictadores.

Apoyo económico

El Gobierno sostiene que la visita de Zapatero ha coincidido con un momento clave para el desarrollo de los acontecimientos porque el martes se legalizó el partido islamista Ennahda (Renacimiento) que, según fuentes gubernamentales, apuesta por un modelo laico. Además, el sindicato UGTT, las fuerzas armadas y la Policía han dado su apoyo al Gobierno y, una cuestión fundamental, se va dar a conocer la 'hoja de ruta' que hasta las elecciones constituyentes que tendrán lugar el 24 de julio.

Por eso, argumentan fuentes próximas a Zapatero, era tan importante no renunciar a este viaje, pese a la inestabilidad que ha azotado el país en los últimos días. El jefe del Ejecutivo quiere aprovechar la ocasión para ganar protagonismo en Europa ahora que Francia, el país más influyente en el Magreb, ha dado un paso atrás por sus históricas relaciones con los regímenes dictatoriales caídos, en especial con Túnez. El Presidente del Foro Democrático para el Trabajo y las Libertades, Mustapha Ben Jaffar, se aferró a ese clavo y, tras criticar la actitud mantenida durante todo este tiempo por la UE, reclamó al gobernante español que sea él quien indique ahora «el camino» a sus homólogos europeos. «Han actuado ustedes como si esto fuera una finca francesa», llegó a decir, según explicaron fuentes oficiales.

Zapatero aseguró a sus interlocutores que Europa no les defraudará en esta ocasión y que España se moverá para que tenga «toda la ayuda que sea necesaria». En términos económicos, eso se traduce en dos vías: el apoyo público a través de las instituciones europeas y el privado a través de una «concertación de grandes empresas con presencia en la región o con voluntad de apoyar el cambio». «Estamos dispuestos a movilizar ese apoyo», se comprometió. Las facilidades financieras, es decir, los créditos, se articularán a través del Banco Europeo de Inversión, que tiene una línea específica para los países del Mediterráneo de alrededor de 12.000 millones de euros. España, en concreto prevé concertar a través de ese instrumento financiero un préstamo de 300 millones para facilitar el proceso de reforma económica.