Una 'drag-queen' muy british Taco, Oscar y pellizco de Kirk Douglas Cisne blanco, cisne negro
Colin Firth, rockero y escritor en sus ratos libres, soñaba con ser «alguien auténtico, no un tío aburrido con traje y corbata»Natalie Portman, bailarina y psicóloga, conoce desde niña la disciplina y el esfuerzo exigidos en el filme galardonado
Actualizado:Ya sin pajarita y con tres botones desabrochados, el flamante ganador del Oscar al mejor actor llegó al hotel a las cuatro de la madrugada, tras dejarse ver por un puñado de fiestas (cuatro organizadas por Vogue y la clásica que monta Madonna) y tampoco le faltó tiempo para saludar efusivamente a Michael Stipe, el líder de R.E.M. Colin Firth, supuesto guardián de las esencias del 'gentleman' inglés, siempre ha sido un apasionado del rock. Todavía comparte con el novelista Nick Hornby larguísimas tardes de pintas de cerveza, música a todo volumen y charlas sobre Faulkner o Lampedusa. Y cuando le entran ganas, le pasa alguno de sus relatos -sí, Colin Firth también escribe- para que su amigo le eche un vistazo.
Una curiosidad: en la antología 'Hablando con el ángel' (ed. Salamandra), realizada por Hornby, se incluye un cuento del intérprete oscarizado. Con 50 años y cinco hijos -dos son hijastros-, se nota que le sobran inquietudes y energía. El pasado domingo, demostró en las pistas de baile junto a su mujer Livia Giuggioli, productora italiana de documentales, que continúa siendo uno de los actores británicos maduros que mejor sabe mover las caderas, con permiso de Alan Rickman.
Traje de látex y taconazos
En su adolescencia se consideraba un 'Hendrix man', con la melena hasta los hombros y un montón de discos bajo la cama, que soñaba con ser «alguien auténtico, no un tío aburrido que va al trabajo con traje y corbata». Cuando echa la mirada hacia atrás, reconoce que haber tenido tres abuelos misioneros y su estancia de dos años en Nigeria -donde su padre pidió ser destinado como profesor- contribuyeron a espolear «un espíritu errante, inadaptado y ansioso por romper las convenciones».
Así se explica que disfrutara de lo lindo, enfundado en un traje de látex y con tacones de vértigo, cuando le tocó bailar en la última coreografía de 'Mamma mia! ' (2008). Una de las películas que menos gusta a sus 'fans', pero que le llena de orgullo porque demuestra una vez más que «los actores somos ante todo unas 'drag-queens', desvergonzadas y libres».
Hijo de docentes universitarios, pésimo alumno en su infancia pero devorador nato de libros -a los 14 años quedó fascinado con 'La Odisea'-, muy pronto se ganó el respeto de primeros espadas como Lawrence Olivier y Peter O'Toole. En la década de los 80, después de su debut cinematográfico en 'Another country' (1984), muchos ya le veían como sucesor del legendario Paul Scofield. Pero Colin va por libre: después de 'Valmont', de Milos Forman (1989), se recluyó en una cabaña canadiense, sin más horizonte profesional que la carpintería. No necesitaba nada más.
Allí convivió con Meg Tilly, compañera de reparto en 'Valmont', y en 1990 tuvieron un niño. No dudó en adoptar a los otros dos críos que su pareja tenía de una relación anterior pero, al final, no pudo aguantarlo: añoraba la magia del teatro y el cine. Se separaron amigablemente y ahora Meg confiesa en su 'blog' que se encuentra «tan feliz que faltan palabras». Con razón.
Conseguir en segundos un Oscar, un pellizco de un mito como Kirk Douglas y soltar el primer taco en 83 años de galas está al alcance de muy pocos. Melissa Leo (Nueva York, 1960) lo hizo. Aunque la censura de la ABC con el retardo de siete segundos en la señal dejó el palabro en el limbo para los estadounidenses. Cosas del puritanismo yanqui. Hija de una maestra y un editor de prensa, la dominante madre de 'The Fighter' lleva medio cuarto de siglo de carrera casi anónima. Curtida en mil y una series televisivas (tiene un Emmy por 'All my children'), con los Oscars no se fiaba. Incluso hizo un pequeño 'desaire' a la Paramount al iniciar una campaña de 'petición del voto' con sus propias fotos. En 2009 ya se quedó a las puertas con 'Frozen River' (sí se llevó la Concha de Plata). Tiene un hijo con el actor John Heard (otro eterno secundario). Se confiesa asocial, poco amiga de los trajes de noche y de los saraos 'hollywoodienses'. La que le espera... Ahora no solo es una diva oscarizada. No hay quien le quite ya la etiqueta de «la actriz del 'fucking'».
El bebé pateó su barriga durante los números musicales de la ceremonia, pero en el momento de recoger el Oscar, Natalie Portman, embriagada de serena belleza, solo tuvo palabras para sus padres por traerla al mundo y para su «precioso amor», el coreógrafo Benjamin Millepied, por haberla dado el papel «más importante» de su vida: ser madre.
Una película puede cambiar la vida de los actores -'Señor y Señora Smith' unió en pareja a Brad Pitt y Angelina Jolie-, pero el giro que ha dado 'Cisne negro' a la de Portman ronda los 360 grados y la corona con tres grandes premios en una sola estatuilla: el Oscar a la mejor actriz, el romance con Millepied y su primer bebé. Un círculo completo que se cierra y otro que se inicia a través del cordón umbilical. Un nuevo reto para la actriz, admirada por su elegancia y sencillez y por su empeño en conseguir con disciplina y esfuerzo todo lo que se propone desde hace 29 años.
Natalie Portman, nacida en Jerusalén y con doble nacionalidad, israelí y estadounidense, ha procurado curtirse bien en las batallas vitales y profesionales. Tal vez porque siempre tuvo claro un objetivo: «Prefiero ser inteligente a ser actriz», dijo en una ocasión. Ha logrado ambas cosas.
Licenciada en Psicología por Harvard, a los 12 años comenzó a trabajar en cine y teatro. Nunca abandonó los estudios porque una exigencia de su propio guión fue siempre la de rodar durante las vacaciones. La disciplina que le exigió el rodaje de 'El cisne negro' ('Black Swan') la heredó de sus clases de danza que tomó desde los 3 hasta los 13 años. El año pasado hubo de recuperar las mallas para realizar la gran pirueta de su vida y convertirse en una bailarina profesional, obsesiva y perfeccionista que acabaría desquiciándola en el cine, pero que la llenaría de gozo fuera del rodaje. Durante medio año practicó ballet seis horas al día y llevó una rigurosa dieta hasta perder los 9 kilos que aligeraron figura y movimientos. Tuvo que aprender complicadas coreografías y dominar su angustiosa doble identidad, trabajo que le ha supuesto «un gran desgaste como actriz y como mujer».
La reina de los cisnes no cejó hasta conquistar esa perfección, a la que no han sido ajenos su padre, Avner Hershlag, científico, y su madre, que hace las veces de manager, ambos descendientes de judíos emigrados a Rusia y llegados a Israel desde Polonia. Su abuelo materno perdió a sus padres en Auschwitz. Natalie lleva el apellido de su abuela materna. La protagonista de 'Los fantasmas de Goya' y actriz de 'Star Wars' ya fue propuesta al Oscar en 2005 por 'Closer'. Para gala tan especial no eligió el domingo, contra lo esperado, un vestido de Dior, pese a poner su rostro en el anuncio de su perfume. Quizás tengan algo que ver los insultos antisemitas proferidos el otro día por John Galliano en París. Enemiga de la carne y fan de la pizza que no contenga queso con enzimas animales, Portman solo desea ahora quedarse en la cama, no tener que maquillarse ni peinarse y ponerse ropa de sport. No es para menos con tanto desgaste.