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Trabajadores asiáticos esperan en el puerto de Bengasi a ser repatriados. :: AFP
MUNDO

Libia después de Gadafi

El país magrebí se enfrenta a un futuro incierto si el guía de la revolución cae al no existir líderes de la oposición El coronel azuzó las rencillas para que nadie le sustituyera

P. ROSAS
RABAT.Actualizado:

Durante más de 40 años, Muamar Gadafi ha hecho todo lo posible por que la hierba no creciera bajo sus pies. Por que el Ejército fuera débil y no se sublevara contra él. Por que el pueblo no tuviera la suficiente educación -o información- que permitiera la aparición de figuras carismáticas que pudieran aglutinar una oposición. Incluso dentro de su propio régimen, y lo que es más, de su propia familia, ha fomentado las rencillas para que nadie le hiciera sombra. Ahora, cuando se viven los últimos días de su régimen, la pregunta es inevitable: ¿qué fututo le espera a Libia después de Gadafi?

«La pregunta es difícil de responder», advierte a este diario Mustafa Kamel, director del Instituto de Oriente Medio para Estudios de Desarrollo. «Gadafi ha sido tan eficaz en anular a la oposición que ahora no existen líderes visibles», señala en una entrevista telefónica desde El Cairo el experto, que añade: «pero de lo que no hay duda es de que Libia se enfrenta a un periodo de inestabilidad, y va a pasar un tiempo hasta que la oposición pueda organizarse».

Una decena de formaciones se han creado en el exilio a lo largo de estas cuatro décadas, como el Frente de Salvación Nacional Libio o la Organización para la Liberación de Libia, que han sido más o menos activos en diferentes momentos de la historia reciente. Sin embargo, todos estos grupos están muy atomizados, repartidos a lo largo de varios países europeos y africanos, y divididos ideológicamente, además de no tener ningún tipo de peso significativo dentro del país.

En Libia tampoco han existido las instituciones que permitan vertebrar un movimiento opositor tales como un Parlamento o partidos políticos; algo que, sin embargo, sí ha florecido en Túnez o Egipto, a pesar de que estas formaciones fueran débiles o prácticamente testimoniales.

Ejército escaso de personal

El papel del Ejército en Libia también está siendo mucho más controvertido que en las revoluciones vecinas. Mientras que en Túnez o Egipto las Fuerzas Armadas no dispararon contra la población del país, en Libia parte del Ejército sigue leal a Gadafi, y no ha dudado en bombardear la capital o atacar a sus conciudadanos, por lo que es difícil pensar que, como institución, pudiera liderar una transición en el país. «Las Fuerzas Armadas libias están prácticamente desintegradas, y no existe dentro de ellas un liderazgo claro», explica Kamel.

Gadafi, militar de carrera, siempre ha desconfiado del Ejército y no tardó mucho en realizar purgas dentro del grupo de los Oficiales Libres con los que dio el golpe de Estado en 1969. El coronel mantuvo a las Fuerzas Armadas siempre mal equipadas y escasas de personal, una carencia que compensó con un aparato de seguridad alternativo, unas brigadas paramilitares leales y despiadadas.

Sin embargo, sí es posible, advierten algunos expertos, que miembros del Ejército que se mantiene desafectos a Gadafi y que actualmente organizan la resistencia desde las ciudades libias controladas por la oposición, tengan algún papel relevante en la transición. «Mi impresión es que acabará creándose una coalición formada por los comités populares, miembros destacados del régimen que han abandonado a Gadafi y militares que han desertado», señala Mustafa Kamel. Estos comités populares, también conocidos como consejos de la revolución del 17 de febrero, están integrados por personalidades de las distintas localidades, tales como médicos, abogados, jueces o maestros que se han organizado para gestionar las ciudades «liberadas».

«Libia se enfrenta hoy a un negro futuro a corto plazo», señala Robert Danin, investigador del Council of Foreign Relations. «Pocos lamentarán la salida de Gadafi, pero también creará un enorme vacío de poder», analiza el experto en la página web de la institución, ya que Libia es un país muy descentralizado, con poco -hasta ahora- sentimiento nacionalista y con una afinidad tribal muy importante. Para algunos, estas alianzas tribales serán muy importantes en el escenario posGadafi, especialmente la actuación de sus líderes, y de si consiguen o no colaborar para unificar el país. Según Danin, «la evolución de los eventos en los próximos días en Bengasi y otras partes del este de Libia pueden ser indicadores claves del futuro de Libia».