Tibieza con Libia
La reacción internacional no ha ido más allá de una condena retórica de las matanzas
Actualizado:Se advierte una tibieza considerable en el juicio que emite la comunidad internacional, y singularmente la europea, sobre la trágica crisis en Libia, donde un régimen mundialmente denostado se dedica a matar a sus opositores, finalmente tocados por el bendito contagio democrático que se abate por gran parte del mundo árabe. Se adivinan las razones para tanta cautela y se resumen, tal vez a partes iguales, en la condición de país exportador petrolero de Libia y el elevado número de extranjeros que viven en el país y cuya seguridad es prioritaria. Lo segundo, muy encomiable, está siendo abordado con un esfuerzo logístico grande pero ejecutado en orden disperso, con los medios propios de cada Estado y hasta de cada empresa deseosa de repatriar sanos y salvos a sus trabajadores. Pedir a la Unión Europea la rápida disponibilidad de una misión conjunta y eficaz parece, una vez más, pedir lo imposible. No hay un mecanismo previo disponible y lo que hay, el Frontex, es de clara intención protectora: impedir llegadas masivas indeseadas por mar. En un orden más propiamente político las precauciones son menos entendibles y esto vale también para los Estados Unidos, con poquísimos nacionales en suelo de Libia y muy poco deudor de su carburante. El activismo personal de Obama en relación con la revuelta pionera de los tunecinos y sobre todo de los egipcios, ha dejado paso a un tono menor, más profesional y acomodado a los estereotipos diplomáticos de condena de la violencia y piadosos llamamientos a la calma y el diálogo. Esta aproximación a la crisis ha llegado en Bruselas a una cierta apoteosis: mientras los gobiernos, y sobre todo el italiano, tan cercano física e históricamente a Libia, ofrecen fórmulas diversas de condena, muy duras algunas y puramente beatíficas otras, la UE como tal se limitó ayer a decidir la creación de un grupo de expertos que presente un paquete de medidas de presión sobre Trípoli, sanciones de naturaleza económica y boicot político limitado. Es de suponer que el coronel Gadafi no ha perdido el sueño ante la iniciativa y que puede seguir dedicándose a tiempo completo a masacrar a sus conciudadanos.