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Varios manifestantes muestran su júbilo en lo alto de un edificio gubernamental en Tobruk. :: REUTERS
MUNDO

Gadafi está cada vez más solo

Los opositores controlan el este de Libia y continúan las deserciones políticas

PAULA ROSAS
RABAT.Actualizado:

Acosado por las deserciones en el Ejército, el régimen y la diplomacia libia, Muamar Gadafi se ha enfrascado en una lucha desesperada por mantener el control de la capital y de la zona occidental del país, mientras que el este se encuentra ya en manos de los opositores. De nada han servido las amenazas que el dictador escupió en su último discurso y que ahora lanza contra la prensa internacional que ha penetrado en la región de Cirenaica. El efecto dominó ha comenzado, y Gadafi se encuentra cada vez más solo.

La bandera Sanussi, el estandarte pregadafiano verde, rojo y negro que los manifestantes portan con orgullo, ondea ya en gran parte de la región oriental del país, donde los militares se han unido a la revuelta. Desde la frontera con Egipto hasta, por lo menos, Bengazi, la segunda ciudad del país, la región de Yabal al-Ajdar está liberada de tropas de Gadafi, como aseguraba ayer a Al-Yasira Suleiman Mahmud, comandante del Ejército libio en Tobruk. «Yo y todos mis soldados nos hemos unido al pueblo», declaró.

Gadafi, obcecado por su espiral de sangre, no ha dado, sin embargo, la región por perdida, aunque sus esfuerzos por recuperarla se topan con el creciente rechazo de muchos de sus militares a utilizar la violencia contra sus conciudadanos, a veces de la forma más insólita. Ayer, un avión del Ejército se estrelló al oeste de la localidad de Jedebia después de que sus dos pilotos se negaran a bombardear Bengazi y saltaran en paracaídas.

Militares de paisano y «comités populares» controlan ahora la seguridad de la región oriental, que empieza a recuperar la tranquilidad y a hacer balance de víctimas y de las atrocidades cometidas por las tropas del dictador. Ayer, varios testigos relataron a través de las redes sociales y las agencias internacionales cómo habían encontrado a cientos de prisioneros encerrados en un búnker bajo tierra dentro de un complejo de seguridad en Bengazi. Los prisioneros llevaban allí sin comida ni bebida desde el pasado domingo día 20, cuando las fuerzas leales al régimen abandonaron la ciudad.

130 militares ejecutados

Es difícil saber cuántas personas han muerto ya en Libia desde que empezaran las protestas el 17 de febrero. La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) cifra ya en 640 los fallecidos, entre los que se encontrarían 130 militares ejecutados en la región de Bengazi al negarse a seguir órdenes. Otras fuentes aseveran que las víctimas son muchos más, como Sayed al Shanuka, miembro libio de la Corte Penal Internacional, quien asegura que hay más de 10.000 muertos y más de 50.000 heridos.

El régimen mantiene, sin embargo, el control de la capital, Trípoli, y de parte de la región occidental del país, donde se están viviendo choques entre manifestantes y leales a Gadafi. El 'guía de la revolución' pidió en su discurso del pasado martes que «los que le aman» salieran a proteger las calles del país. Trípoli, sin embargo, amaneció ayer desierto, y en sus avenidas tan solo se veía, según testigos, a hombres pro-régimen armados hasta los dientes. La población, aterrorizada, se encuentra atrincherada en sus casas a pesar de los mensajes de móvil que el régimen mandó a los funcionarios para que volvieran a sus puestos de trabajo.

Las amenazas continuaron ayer, esta vez dirigidas contra la prensa internacional que ha conseguido entrar en los últimos dos días en la zona este del país. Ayer, el viceministro de Exteriores libio, Jalid Kayem, aseguró que estos periodistas habían entrado de forma ilegal y, por lo tanto, serían considerados «proscritos».

Gadafi teme y odia visceralmente a los medios de comunicación extranjeros, pero quizás a quien más debería temer estos días es a sus propios fieles, que cada vez le abandonan más rápido. Es difícil seguir la cuenta del número de diplomáticos que ha cambiado de bando en los últimos días, entre ellos el embajador en Estados Unidos.

Pero también los ministros comienzan a distanciarse del régimen. Poco después del durísimo y desquiciado discurso del martes, el titular del Interior, Abdul Fattah Yunis, anunciaba su dimisión. Lo mismo han hecho el jefe de Protocolo del líder libio, Nuri al-Mismari, el presidente de la Fundación Gadafi, Yussef Sawani, o el ministro de Justicia, Mustafa Abdeljalil, quien ha comenzado a divulgar algunos secretos. Según dijo al diario sueco 'Expressen', habría sido el propio líder libio el que ordenó el atentado de Lockerbie, en Escocia, en el que murieron 270 personas. Queda por saber si el Ejército se mantiene fiel al régimen. No es así en la región oriental, pero apenas se tienen noticias de en qué bando se encuentra el resto de los militares.