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Gadafi y Berlusconi. :: AFP
MUNDO

El caos libio pone fin a la extraña relación entre Berlusconi y Gadafi

IÑIGO DOMÍNGUEZ.
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Hace menos de un año, en marzo de 2010, Berlusconi se inclinaba ante Gadafi para besarle la mano. Y meses antes el coronel se paseaba por Roma con traje militar de opereta y daba conferencias a mujeres. La amistad con el líder libio es el ejemplo máximo de la peculiar diplomacia de Berlusconi, que lleva la 'realpolitik' a extremos circenses, más allá del puro cinismo. En dos años y medio se ha reunido con él once veces y, como le reprocha la oposición, no ha ido en su vida a India.

Pero esta relación le pasa factura ahora que Gadafi muestra su cara más feroz. Es la hora de la vergüenza y de juzgar hasta dónde se puede coquetear con dictadores. Italia ha sido el último país de la UE en condenar la represión de la movilización libia -el lunes- y el sábado Berlusconi decía que no quería llamar a su amigo Gadafi «para no molestarle». Pero es que hasta tienen negocios juntos, como la sociedad Quinta, que posee una televisión en Túnez, otro país dictatorial donde 'Il Cavaliere' gestiona intereses privados. El ministro de Exteriores, Franco Frattini, todavía entró anteayer en la cumbre de Bruselas diciendo que confiaba en una «reconciliación nacional» en Libia, como decía el hijo de Gadafi antes de amenazar con un baño de sangre. Al salir Frattini cambió de línea y secundó la condena de la UE. Igual le pasó a Italia con Egipto: Berlusconi elogió la sabiduría de Mubarak para luego sumarse a la condena general.