pan y circo

Patriotas de hojalata

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La única verdad es la de la carne», confesaba Alberto Contador, ahora aliviado tras quedar libre de toda culpa una vez que se le ha permitido ser ‘juzgado’ en España por la Real Federación Española de Ciclismo. La excusa del solomillo con clembuterol es tan rocambolesca como la propia explicación que dio, en la que fue víctima de un ataque de tos y muchos nervios. Excusarse en que unos niveles tan bajos de clembuterol no pueden mejorar su rendimiento es decir una media verdad, porque expertos en dopaje reconocen que el clembuterol se utiliza como camuflador, por lo que sólo es la punta del iceberg.

El mundo del ciclismo lleva años intentando señalar a Lance Armstrong con el dedo, sus antiguos compañeros dicen que le han visto doparse y somos muchos los que les creemos firmemente, pero no hay pruebas ni ningún test en el que haya dado positivo. Aún así ‘injuria, que algo queda’, y la sombra de la sospecha sobre él es alargada.

Pero es en el caso de Alberto Contador cuando sale el patriotismo de hojalata, los que le creen a pies juntillas. Entre ellos, por supuesto, los Jaime Lissavetzky Alejandro Blanco y hasta el ministro de Deportes a la sazón que presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que desde twitter hizo una defensa encendida de la buena voluntad, conducta y ejemplo para los más jóvenes que supone el ciclista. Casualmente tras todo queda absuelto y a los dos días está montado en una bicicleta corriendo. Aquí paz y después gloria, aquí clembuterol y después aplausos. Es ahora cuando llegan las críticas desde fuera, cuando se nos acusa de ser permisivos con el dopaje, y cuando de nuevo los patriotas de hojalata se molestan y claman al cielo. Hay que dejar la ley del embudo, y ojalá algún día, cuando ya no le importe, Alberto Contador cuente la verdad.