El PSOE justifica que Zapatero use el Falcon para ir a actos de partido

De nuevo el debate sobre el Falcon. Y de nuevo el PSOE dispuesto a resistir toda la presión del PP por el uso de los avión de las Fuerzas Aéreas españolas en los desplazamientos de José Luis Rodríguez Zapatero a actos de partido. La número dos de los populares, María Dolores de Cospedal, avisó ayer de que su formación no dudará en volver a convertir este asunto en caballo de batalla electoral, tras conocer que el jefe del Ejecutivo empleó uno de estos aparatos para asistir el pasado sábado en Oviedo a la presentación de la candidatura de Javier Fernández. El secretario de Organización socialista, Marcelino Iglesias, replicó que no hay discusión.

Lo cierto es que, lo quiera o no el PSOE, el debate tiene una gran capacidad de penetración social; como todo lo que suena a privilegio de la clase política. Los populares comprobaron su efectividad en las elecciones al Parlamento europeo en mayo de 2009. Hasta tal punto que hicieron pivotar todos los discursos sobre esta cuestión.

Regulación olvidada

La entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega anunció que el Ejecutivo complementaría la regulación sobre el uso de medios públicos de transporte por parte del presidente para impedir que la oposición volviera a hacer «demagogia». Pero luego el asunto cayó en el olvido, pese a que el Tribunal de Cuentas, a instancias del PP, recomendó elaborar una normativa específica.

Hasta ayer. «El Gobierno debería dar una explicación porque llega un momento en el que los motivos de seguridad aducidos no son suficientes -reprochó Cospedal tras la reunión del comité ejecutivo nacional del PP-, sobre todo, cuando ningún otro presidente ha hecho uso de ese avión para actos del partido». Pocos minutos antes, Iglesias había insistido justo en la opinión contraria: «La utilización de estos medios, a mi entender, está plenamente justificada por motivos de seguridad; es entendible por cualquier persona».

Los socialistas sostienen que el PP solo busca alimentar la desconfianza en lo público y el desinterés por la política para desmovilizar al electorado de izquierda. Pero está por ver hasta donde resisten en esta ocasión la embestida. También se opusieron a modificar el complemento de la pensión que las Cortes Generales ofrecen a parlamentarios con un mínimo temporal de trabajo en las cámaras y terminaron por entrar, con más exigencia que nadie, en el asunto.