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Mariscal, Trueba y Errando llevan su pasión por el jazz a la pantalla en 'Chico y Rita', la ganadora del Goya a la mejor película de animación

SERGIO EGUÍA
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Quizá el Goya logrado el pasado domingo sirva para explicar que 'Chico y Rita' es algo más que el capricho de unos amigos por homenajear a la cultura cubana de la que están enamorados. Puede que en origen, las ganas de trabajar juntos de Javier Mariscal y Fernando Trueba, su deseo de compartir una experiencia artística divertida, fuera el impulso necesario para poner el marcha el proyecto, pero el producto final dista mucho de lo que se entiende por un hobby.

'Chico y Rita' es el trabajo de 500 personas que a lo largo de seis años han ido sumando esfuerzos para completar esta película de animación que el viernes se estrenó comercialmente en España.

No es la primera vez que dibujante y cineasta colaboran. Hace diez años, Trueba contactó con Mariscal para que éste diseñara el cartel y la creación gráfica del documental 'Calle 54'. Saltó la chispa y la relación se amplió al interiorismo de la Sala Calle 54 Club de Madrid y a todo lo que tenía que ver con el diseño de la discográfica de director madrileño, Calle 54 Records.

La música, el jazz latino concretamente, ha marcado el ritmo de una amistad que por lógica en algún momento debería plasmarse en la gran pantalla.

La chispa saltó con 'La negra Tomasa', un videoclip de Compay Segundo. «Me encanta cómo ha captado La Habana», le comentó Trueba al artista valenciano afincado en Barcelona. ¿Por qué no hacer un filme sobre la Cuba de finales de los cuarenta y cincuenta a través de su música? Sólo faltaba alguien que controlara el incesante aporte de combustible creativo de la pareja. Y ese es Tono Errando, esa tercera pata que toda estructura necesita para mantener el equilibrio. El hermano menor de Mariscal, encargado del área audiovisual de la empresa familiar y con experiencia en el mundo de la música, el cine y la animación, ha sido el capitán de un equipo al que a las estrellas iniciales se le han unido más tarde fichajes como el de Bebo Valdés y Estrella Morente.

«Trueba nunca había hecho animación y Mariscal nunca había realizado una película», explica el director de videoclips. «La cuestión era cómo aprovechar al máximo sus talentos».

La solución: basar el proyecto en la historia. «Podría estar muy bien la historia unos músicos cubanos, le dije a Fernando, pero él contestó que no, que ese era sólo el contexto y nada más y que deberíamos centrarnos en que el guión fuese una historia de amor, un bolero del tipo: no volveré a besar porque has besado los labios de otro», explica el padre del olímpico Cobi. Al más puro estilo de superproducción americana. Chico conoce a chica, se enamoran, rompen, se arreglan, rompen de nuevo y a perseguirse por medio mundo... Todo ello unido a unas localizaciones espectaculares en La Habana y Nueva York filtradas por el pincel de Mariscal. Pero en esencia, como puntualiza el director de la oscarizada 'Belle Epoque', «Chico y Rita es una canción romántica. Es la historia de dos personas jóvenes en Cuba al final de los años cuarenta y la manera en la que la vida las une y separa. Es una película llena de amor, sensualidad y color».

El personaje ciudad

Claro que el trasfondo no es únicamente escenario. «La Habana y Nueva York son dos personajes más de la película», profundiza Errando. «La Habana era el cabaret de Nueva York. La mafia de la Gran Manzana estaba muy presente en Cuba. Manhattan es muy vertical; La Habana, horizontal, soleada y cálida en la que se usan casi todos los colores de la paleta. Nueva York es casi monocromática. Esto es una parte muy importante de la película».

Sin embargo, no hay concesiones estéticas en la cinta. «Cada punto, cada línea, cada fondo es para contar la historia. Yo hago uno dibujos fantásticos y luego los tiro porque no valen para el momento», dice Mariscal. «No hay nada en esta película de 'Oh qué bonito dibujo de Mariscal, qué buena luz, qué gran movimiento'. El mundo que se crea tiene siempre que ver con 'Ay, sí, Rita, por favor, bese a Chico de nuevo'». Por ello también el filme huye de lo ficticio.

El trío de directores rodó en La Habana durante cuatro semanas. Fernando Trueba no acababa de entender la razón, ya que por una vez podía prescindir de actores, pero al final comprendió la insistencia de Errando. «Teníamos que dotar de alma a los dibujos».

«Nos pasamos seis meses más buscando el balance más adecuado para la calidad del movimiento que queríamos en la película», añade Errando. «La acción real es muy precisa. Sin embargo con la animación hay que inventar otra realidad a la que a los sentimientos que te dan los actores se le suma una cierta poesía». Conceptos que luego hubo que trasladar al equipo de experimentados animadores. No todos encajaron en la novedosa visión de 'Chico y Rita'.

«Fue muy fuerte para nosotros decirle a un gran profesional, 'los sentimos, esto no es lo que necesitamos'. Queríamos abandonar las viejas técnicas y hacer animación de una manera muy distinta y nueva». Al parecer de la Academia del Cine español, lo han conseguido.