Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Sociedad

Los canarios de San Antonio

Actualizado:

De todos los colonos que llegaron a Texas desde este lado del Atlántico, los más recordados son los miembros de la expedición canaria de 1730, un grupo de humildes labradores llamado a protagonizar un momento histórico. Su aventura fue fruto de una decisión política que pronto se revelaría disparatada: el marqués de San Miguel de Aguayo, gobernador de Nuevas Filipinas y Nueva Extremadura, reclamó al Rey que colonizase Texas con 200 familias procedentes de Galicia y Canarias y otras 200 de la provincia de Tlaxcala, en México. Las 59 personas que partieron del archipiélago el 27 de marzo de 1730 fueron la avanzadilla de ese ambicioso plan, pero su viaje de un año resultó tan duro, tan complejo y tan caro que quitó a los gobernantes la idea de seguir adelante con la iniciativa.

En el censo de salida figuraban diez familias, pero durante el viaje hubo amoríos y matrimonios entre los hijos casaderos, con lo que la cifra se elevó a quince. También se registraron muertes y, al llegar a Cuba, algunas deserciones, aunque hubo canarios afincados en la isla caribeña que se sumaron al grupo. Desde Veracruz, el trayecto se hizo por tierra, con mulas y caballos, pernoctando en diez tiendas de campaña y acarreando niños y enfermos en una dramática sucesión de penalidades. «Trae a la memoria las películas del Oeste americano. Se caminaba parsimoniosamente desde el alba al crepúsculo y se acampaba durante la noche haciendo vivac. Los carretones se situaban en círculo, cual muralla de protección. En el centro las tiendas y el ganado, y en puntos estratégicos las vigías. Con ese formidable aparato se pudieron conjurar los asaltos de los bandoleros y los encarnizados ataques de los indios. Siete meses largos duró la interminable cabalgata», escribió el historiador Antonio Rumeu de Armas.

Cuando llegaron a su remoto destino, se les ratificó la condición de «hijosdalgo de solar conocido» y «personas nobles de linaje» y fundaron el primer pueblecito de aquella Texas de presidios y misiones: San Fernando, a un tiro de fusil del asentamiento militar de San Antonio y cerca de dos manantiales de agua buena. El primitivo asentamiento creció hasta convertirse en la próspera San Antonio, que, con sus 1,3 millones de habitantes, es hoy la séptima ciudad más poblada de Estados Unidos.